Monday, June 25, 2012

Café dandy literario en el madrileño Café Cósmico




Jueves 28 de junio, 20.00 horas,
café dandy literario en el madrileño Café Cósmico,
por París, Viena y Nueva York.




Thursday, June 21, 2012

DUODA ESTUDIOS DE LA DIFERENCIA SEXUAL




online/semipresencial


MÁSTER, POSTGRADOS y CURSO de EXTENSIÓN UNIVERSITARIA


Promoción 2012-2014


65 créditos europeos (ECTS)

 



Querida amiga, querido amigo de Duoda:





Acudimos a ti con motivo del proceso rápido de privatización de la cultura que se está dando en nuestra sociedad en los últimos meses. Es un proceso que implica que el máster de Duoda (en Estudios de la Diferencia Sexual, online y semipresencial) es muy probable que no obtenga para el próximo curso 2012-2013 ninguna subvención pública, lo cual pone en riesgo su supervivencia y continuidad.




No te pedimos micromecenazgo, pero sí que, si la política y el pensamiento de las que sostenemos Duoda te ha sido alguna vez de utilidad, nos ayudes a alcanzar en los próximos meses (antes de octubre) la cifra de treinta alumnas y alumnos, que es el límite de alumnado en nuestras aulas, para garantizar la supervivencia del programa y la calidad de los intercambios en el aula.




Por favor, pues, te pedimos que difundas el programa, que te adjuntamos, con todos los medios a tu alcance, incluido el boca a boca a personas cercanas.




Si deseas más información o alguna aclaración, escríbenos a duoda2@ub.edu o consulta el enlace http://www.ub.edu/duoda/web/master.php?lang=1&t=2&s=4&a=1&m=1.




También nos puedes llamar por teléfono 34-934481399.




Si quieres informarnos sobre medios eficaces de difusión de nuestro máster, mándanos por favor un correo electrónico.




Con agradecimiento infinito,

María-Milagros Rivera Garretas
milagrosrivera@ub.edu
Núria Beitia Hernández
duoda2@ub.edu
Núria Jornet Benito
jornet@ub.edu




(reponsables del programa)




www.ub.edu/duoda


http://www.facebook.com/pages/Duoda-centro-de-investigaci%C3%B3n-de-mujeres-UB/127157760662537
 
 
 
ESTUDIOS DE LA DIFERENCIA SEXUAL



online/semipresencial


MÁSTER, POSTGRADOS y CURSO de EXTENSIÓN UNIVERSITARIA


Promoción 2012-2014


65 créditos europeos (ECTS)


Desde finales del siglo XX, las universidades se han llenado de mujeres pero el conocimiento que ahí se genera y se transmite sigue ignorando la diferencia sexual, es decir, ignora el sentido libre del ser mujer u hombre y su riqueza, presentándose, en cambio, como un neutro pretendidamente universal. Este programa online, tutorizado por las propias creadoras de las asignaturas, te invita a descubrir la sexuación del conocimiento y su valor para una existencia libre, partiendo de materias como la filosofía, la política, la pedagogía, la historia, la magia, la literatura, el arte actual, la lectura, la mística o el derecho. El programa tiene una estructura modular y flexible.


El Máster en Estudios de la Diferencia Sexual es un programa online compuesto por dos cursos académicos:


•La práctica de la diferencia (2012-2013)


•La sexuación del conocimiento (2013-2014)


Para obtener el título de máster hay que seguir y aprobar los dos cursos y, además, el módulo de investigación. En este caso, el título será de "Máster en Estudios de la Diferencia Sexual" por la Universidad de Barcelona.


Es posible optar por un diploma de postgrado de la Universidad de Barcelona. Se deberá hacer uno de los cursos, con su correspondiente trabajo de investigación. Este diploma llevará el título "La sexuación del conocimiento" o “La práctica de la diferencia” por la Universidad de Barcelona, dependiendo del año en el que haya sido cursado.


La decisión de optar por el título de máster o por el diploma de postgrado se ha de tomar necesariamente en el momento de formalizar la matrícula.


Ambos programas se pueden cursar de forma online o de forma semipresencial.


Cada curso está formado por 4 módulos.
 


Wednesday, June 20, 2012

Paula Nogales Romero





ODISEA






 Ni carne, ni pescado, ni deseo:


sin raíces ni futuro, en el espacio


de un limbo acogedor en que me veo






sin quererlo buceando todavía,


en una espera inútil que no llega


a cuajar la silueta de mis días,






trazando la misma elipse en torno


a un ónfalos que gime lastimero


ajeno al universo y al bochorno,






navegante sin cartas ni astrolabio,


fingidora de diarios marineros


mareando perdices con resabio,






nunca fueron mis ansias maternales,


ni miré el bien y el mal según dictaban


la costumbre y las leyes terrenales;






nunca vi mi figura en el espejo


conforme a una herencia que acatara


la pauta antigua de mi yo reflejo:


mi cuerpo como nave futurible,


mi corazón, severo comandante


de un amor no propio e incorruptible






que amamanta un pequeño tripulante,


hasta que tú llegaste, impredecible


capitana de mi destino errante.


……………………………………..










29 DE JUNIO






                                                              That is the question



 

Esta niña nacida entre mis dedos


se desprendió de mí como una brasa


a punto de extinguirse o de prenderme


                              —arduo segundo que la memoria yerra—


y obró el milagro la sangre derramada:


arden las sienes de mi calavera enjuta,


                              —la misma que antes consumía el hielo


                                del no ser—,


y se enroscan en mis cuencas flores extrañas,


mientras contemplo en silencio cada noche


cómo brilla su luz pequeña mientras duerme,


entreabiertos los labios, abrazada a un sueño


del que por siempre he sido desterrada.







Dos poemas de Vicios ocultos, Ed. Baile del Sol, Tegueste, Tenerife, 2007.




……






NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA PAULA NOGALES ROMERO a 2011

Paula Nogales Romero, Las Palmas de Gran Canaria. Licenciada en Filología Hispánica. Amén de participar en congresos nacionales e internacionales con obra crítica y de creación, y en diversas revistas especializadas y suplementos culturales de periódicos, tiene publicados los siguientes libros individuales: RELATOS: Zapping. Cuentos. (Ayto. Sta. Cruz de Tenerife, 1991), Sociedad anónima (relatos) (Premio Ateneo de La Laguna, 1996); POESÍA: Recintos (Ayto. Las Palmas de Gran Canaria, accésit, 1994), Saludos de Alicia (Accésit Premio Tomás Morales. 1996); Manzanas son de Tántalo (Museo Canario, Col. San Borondón, 1997); Esta falacia que se desangra impune. Antología 1990-2002 (Baile del Sol 2003); Vicios ocultos (Baile del Sol 2007); De la traición como arte (Ed. Idea, 2008). ANTOLOGÍAS NACIONALES E INTERNACIONALES: Última generación del milenio. Poesía canaria (1998), Reincidencias (relatos; Centro Cultura Popular Canaria, 2000); La nueva poesía canaria, Ed. Verbum, Madrid (2001); Los transeúntes de los ecos. Antología de poesía contemporánea en Canarias, (Instituto Cubano del Libro, 2001); Ilimitada voz. Antología de poetas españolas, 1940-2002 (Balcells, Univ. Cádiz, 2003); Relato español actual (FCE-UNAM, México, 2002); Isla mujeres (Instituto Canario de la Mujer, 2003); Escritos a Padrón (Casa Museo Antonio Padrón, Gáldar. 2003); Desde su ventana. Antología de poetas canarias del siglo XX, (Blanca Rdguez., Ed. La Palma, 2004), 2.050 kms. de palabras: antología de relatos vasco-canaria(Baile del Sol, 2007). Poetas Canarios en Buenos Aires (Cabildo GC– La Máquina del tiempo, Bs As. 2009); Madrid en los poetas canarios, (coordinado por Berbel, Ed. Puentepalo – Dirección Gral. del Libro, Canarias, 2010). Voces de papel. A Miguel Hernández. (Instituto Cervantes de Lyon, Madrid, 2010).








Sunday, June 17, 2012

RELATO



DOÑA PINO, LA TONINA HUMANA

Dolores De la Fe





Doña Pino (Pinito para la familia), bondadosa y servicial amiga de sus vecinas de toda la vida en el mismo barrio (señora Dolores, la majorera; Libradita, la espiritista; Chonita la de Gáldar; Soledadita, la Malcasada…) fue siempre un ama de casa fiel cumplidora de todas las tradicionales rutinas caseras. Es decir, gofio y quesito tierno como inseparables acompañantes del potajito diario, con las numerosas variaciones que encierra tan nutritivo plato. Los domingos, sopa de fideos y bistec de bichillo con papas fritas y rodajas de tomate (siempre le había hecho mucha gracia aquella pícara copla que se cantaba en Fuerteventura: “Fui al monte y encontré un chiquillo, le bajé los calzones y le vi el bichillo”). Los viernes de Cuaresma, sancocho… En fin, alimentar a la familia como Dios manda, sin caprichitos ni requilorios por parte de ninguno de sus numerosos miembros, que salieron todos muy bien criados, gracias a Dios.



Lo que viene equivaliendo a que doña Pino se pasó la vida, prácticamente, en la cocina. Así que cuando, andando los años, a Pepe, su marido, le cayó no se sabe bien qué tipo de indemnización, a la señora no se le antojó ninguna otra cosa (por ejemplo, ya que nunca habían viajado, darse un saltito a Lanzarote o a cualquier otro sitio al que alcanzaran las perritas inesperadas…), no, señor: el dinerito se emplearía en renovar la cocina, es decir, a hacer realidad uno de los más antiguos y ardientes sueños en la rutinaria y decentísima vida de doña Pino.



Pepe, siempre poco amigo de discusiones, se encargó de los engorrosos trámites de todo lo material imprescindible para hacer realidad el sueño de su mujer. Ésta lo tenía todo tan claro que los propios trabajadores se asombraban de lo fácil que les hacía la señora su trabajo. (Y no como otras mujeres que ellos trataron, que un día querían blanco y al otro día negro. Incluso, una de Ciudad Jardín, que quería escalones redondos…) Bueno, para no cansarles, el sueño se hizo realidad en el más corto espacio de tiempo. El día que doña Pino pudo sentarse en una de las sillas nuevas, mirar a su alrededor y darse cuenta de que sus sueño estaba allí, ante sus ojos húmedos de lágrimas de felicidad, se sintió la mujer más feliz del mundo. “El domingo, cuando vaya a misa, le encargo al cura una misa de acción de gracias”, se dijo a sí misma, humildemente agradecida.



Según se iba amañando, privada, a su entorno, tan nuevito todo, llegó a escucharse, asombradita, canturreando un viejo tango de Carlitos Gardel, música que desde hacía siglos dormía allá en el fondo de sus recuerdos juveniles. Si los suspiros de satisfacción engordaran, doña Pino se hubiera convertido en una tonina humana. La palabra felicidad, de la que han dudado desde siempre una infinidad de seres humanos que la desconocían, por carencia absoluta de ella, hasta podía pronunciarse con mayúsculas por lo que a Pinito se refería. Qué feliz se sentía… qué humildemente agradecida de lo que le regalaba su monótona existencia…



Y un día, mientras colgaba el delantal del gancho habitual y ponía en sus sitio los guantes de goma, tras dejar recogida la cocina, le vino a la mente una idea que le provocó una placentera sonrisa: iba a mandar a hacer una reproducción exacta de su cocina, como si fuera ella una niña que recibe ese juguete en Reyes.



Llamó a Panchito el Múo, buen carpintero conocido de toda la vida, y le explicó lo que quería. Panchito se rascó la nuca, que lo hacía con frecuencia, y cuando acabó de digerir la propuesta, dijo que sí, que bueno, que vamos a ver… (Panchito no era mudo, gracias a Dios, sino que el nombrete le venía de su bisabuelo, que ése sí.) Y un buen día, apareció con la más primorosa y exacta obra de arte digamos doméstico-artesanal: la cocinita de doña Pino. ¿Podía nadie sentirse más feliz que ella? A los pocos días, calladita la boca, se dio un salto a la planta de juguetes del Corte (hasta vergüenza le daba decirle lo que quería a la servicial dependienta de la sección) y regresó a casa triunfante portando los minúsculos objetos que requería para completar la miniatura de cocina: unos cacharritos para colgar en las diminutas paredes.



Bueno, pues pasaron los años… el bueno de Pepe, el marido, también pasó a mejor vida… el barrio empezaba a sufrir inevitables cambios, ausencias entrañables… en fin, así es la vida.


 



 
Pero un día, doña Pino, Pinito, cayó en cama para no volver a levantarse más. Sus dos hijas casadas se turnaban para atenderla cariñosamente, ya que también tenían que cuidar de sus respectivas familias. Doña Pino, que pese a la enfermedad conservaba todavía su cabeza bastante bien, tuvo tiempo de redactar una rara especie de testamento, ni notarial ni hológrafo: escribió, bien clarito, que no quería que la incineraran, por si acaso. Que compraran un nicho y la enterraran con su cocinita de juguete. Que le dijeran las misas gregorianas y que se llevaran bien siempre que fuera posible… Las vecinas que la sobrevivieron la lloraron muy sinceramente y a partir de entonces no dejaron de mencionarla cuando rezaban el rosario… etcétera, etcétera: lo que está mandado.



Bueno… No hay fuentes fidedignas, que conste. Mi alma la quiero para Dios. Pero Libradita, la ya viejísima espiritista del barrio y antigua amiga de la difunta, una vez quiso “conectar” con ella, que le parecía como que se lo pedía el cuerpo, o algo así… Volvieron a reunirse en su casa las pocas viejas vecinas que quedaban, se deshicieron en lágrimas recordando a doña Pino, se tomaron un buchito de café (aunque supieran que no iban a pegar ojo en toda la noche) y Libradita, la espiritista, con voz temblorosa y dramáticamente entrecortada, les comunicó el “mensaje” que había recibido del Más Allá o como se llamara aquel misterioso sitio: que a doña Pino, pese a su bondadosa existencia y méritos correspondientes, no se le habían abierto las puertas del Cielo… Seguía “Abajo”, jugando a las casitas con su adorada cocinita.

 
***



Del libro REVUELTO DE ISLEÑAS


FUNDACIÓN CANARIA MAPFRE GUANARTEME, 2010.

© De los relatos: Dolores De la Fe y Teresa Iturriaga Osa


© De las ilustraciones y portada: Sira Ascanio


Friday, June 15, 2012

RELATO



PALABRAS… PALABRAS…

Dolores De la Fe







(“Words…, words…”,

Shakespeare)





Al mediodía, al volver del colegio a la hora de almorzar, la chiquilla se encontró en casa con la curiosa y alegre sorpresa de que la cocinera nueva, que empezaba ese día, ¡era una chica joven! Por primera vez en su corta vida, veía en la cocina alguien completamente distinto al estereotipado “modelo” de mujer entrada en años, con el eterno moño canoso apretado con horquillas negras en la mismísima coronilla, faldas negras hasta los tobillos, medio cubriendo unos pies deformes calzados con alpargatas, un delantal grisiento, a rayas, con bolsillos abultados…



Le encantó el cambio. Además, la chica era sonriente, lo opuesto a la tradicional cara arrugada de expresión melancólica que solían ofrecer las “cocineras de toda la vida”. A ésta se le formaban hoyitos a los lados de la boca. De haber tenido que puntuar, la chiquilla le hubiera puesto un rotundo diez.



Le preguntó:



-¿Cómo te llamas?

-Me llamo Calme, pa’ selvisle.



(Primero que nada estaba el almuerzo, que había que volver al colegio)






Durante la merienda, comentó con Tiadre:



-La nueva se llama Calme, ¿verdad?

-No, mi niña, se llama Carmen, como yo.

-¿No va a saber ella cómo se llama?

-Es que lo pronuncia de otra forma… En el Risco hay gente que pronuncia distinto…

-Y si la llamo Carmen, ¿sabrá ella que es a ella?

-¡Claro que sí, mujer…!



La cuestión onomástica quedó saldada, al menos, de momento.



Pero a la chiquilla le seguía gustando la nueva cocinera. Era habladora aunque fuera mal pronunciadora. La chiquilla se metía en la cocina en cuanto tenía ocasión, para oirla hablar. Un día dijo:



-Mi marío tá pa la cojta… vastá toa la safra…



La chiquilla casi alcanza el éxtasis auditivo al escuchar una frase absolutamente incomprensible. ¿Hablarían en el Risco un idioma nuevo? ¿Tendría el padre un diccionario de ese idioma, como el que tenía de Inglés?



A tal maravilla de frase añadió la muchacha un broche de oro:



-No me ejó preñá…



La chiquilla creía flotar en una nube inenarrable. Desde siempre, las palabras ejercían en ella un efecto casi mágico. Adoraba oír palabras nuevas y la excitación que le producían hasta que se enteraba de su significado, la tenían en vilo. (Alguna vez la decepcionaron, como le ocurrió con “chisgarabía”. Qué pena, una palabra tan divertida…)



Otra de las fascinantes novedades que ofrecía su cada vez más admirada Calme, era la de freír cantando. La muchacha se plantaba junto a la sartén donde preparaba la fritura, agarraba con mano firme la espumadera y repiqueteaba con ella el guiso. Al mismo tiempo, se iba repasando los dientes con la lengua, se detenía un segundo apenas en un colmillo, como si lo chupeteara, y lo más curioso todavía, también al mismo tiempo, ¡cantaba! Siempre la misma cancioncilla:



“Vivo siega enamoráa

de unombremoreno

que me trae loca”



Y volvía el repiqueteo en la sartén, con la espumadera, y el chupeteo del colmillo.



La chiquilla llegó a pensar, intrigada: ¿Le cantaría eso al marío? ¿O sería rubio?



En la casa se comía con bastante frecuencia un plato de huevos que les gustaba a todos. Consistía en algo así como quitar las cáscaras a un montón de huevos duros, ponerlos luego en el fondo de la bandeja de horno, cubrirlos luego con aquella cosa blanca que también servía para hacer croquetas, y acabar echándole por encima pan bizcochado molido y unas bolitas de mantequilla. Se metía en el horno y poco después toda la casa olía riquísimo.



Bueno, pues esa mañana estaba Calme pelando huevos duros, que estaban extendidos sobre la mesa de la cocina. Siendo como eran una familia tan numerosa, la cantidad de huevos tenía que ajustarse a la de gente a comer. (En números, la chiquilla no hubiera podido calcularlos, nunca le gustaron, si acaso el número siete, que le hacía gracia, le parecía un número con bigote.) O sea, que la mesa casi parecía que estaba cubierta por un mantel de forma rara.



Calme trabajaba muy ligerito: cogía un huevo, le daba un golpito contra la mesa, que lo dejaba medio estrellado, lo pelaba en un santiamén, lo cortaba por la mitad y lo colocaba dentro de la bandeja, con cuidadito.



La chiquilla, silenciosa, la veía trabajar. Se fijó en los huevos crudos, que de toda la vida se ponían en un gran cesto de verguillas, en el esquinero junto a la mesa. Los traía a la casa la mujerona del “cinco a dos”. Tiadre le había aclarado tan enigmática frase cuando la chiquilla le preguntó: quería decir “cinco huevos, dos pesetas”; al parecer, por Cuaresma las gallinas ponían más y entonces la oferta variaba a “seis a dos”.



Tras unos segundos de contemplar a Calme con el trasiego, a la chiquilla se le encendió en el magín una idea torina: por primera vez en su vida tramó una mataperrería. En lo que Calme se acercó a la alacena, ella agarró un huevo fresco del cesto de verguillas y lo mezcló con los otros que esperaban su turno para pasar a la bandeja. Esperó, nerviosa, el corazón en un puño, asustada… (Hay que tener en cuenta que era la primera mataperrería de su vida…) Por fin le llegó la vez al huevo fresco… Calme, inocente, lo cogió… ¡plaf!, sobre la mesa se extendió la clara rodeando una yema aún sin romper… Otros tres huevos duros flotaron un momento por la clara…



Calme se sulfuró, parecía que echaba chispas… Gritó:



-Mira que sos ruinita, mi niña… y paresía una mosquita muelta…



La cobardica de la chiquilla se echó a llorar, arrepentidísima de la ruindad.



-Y ahora la señora me va a echá la curpa a mí… ¡Sús, madrita’l Pino, ta afrenta…!, juraíto poldió que cuantito güerva mi marío de la safra, me lalgo desta casa, como pepe que me llamo…



Desde el cuartocostura, la madre sintió unos escorrosos en la cocina y fue a ver qué pasaba. La chiquilla, llorando como una magdalena; Calme, sulfurada y toda “elementada”.



La madre (¿por las cuentas que le traía?) calmó a Calme, asegurándole una fe absoluta en su inocencia; cargó la mataperrería en la cuenta personal de la chiquilla, con la trilladísisma frase de “ya sabe cómo son los chiquillos…”



-Y aquí no ha pasado nada.



(Por una vez, también la primera, el ídolo no tenía los pies de barro, sino la idólatra).



 
Aunque no tocara en clase al día siguiente, la chiquilla solía repasar con frecuencia la Historia Sagrada. En verdad, no acababa de entender con claridad la lectura, pero tal vez por eso mismo, por la sensación de enigma, de misterio que sugería, no perdía el interés. Incluso las mismas palabras cuyo significado ignoraba, le dejaban siempre un buen sabor.



Por ejemplo, durante un montón de tiempo, estuvo dándole infinidad de vueltas a todas las ideas que traía a su imaginación ese asunto de la expulsión del Paraíso Terrenal, tema que llegó a constituir para ella un auténtico filón.



Le dio mucha pena que Adán y Eva se quedaran, más que nada, sin su jardín y sin ni siquiera contar con la posibilidad de sustituirlo por un patio, por lo menos… Qué pena, perder tantos árboles raros que ni siquiera tenían los nombres de los de aquí (plataneras, naranjeros, higueras…), sino nombres tan exclusivos y raros como Árbol de la Vida o Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Eso del Bien y del Mal obligaba a la chiquilla a relacionarlo con las notas al pie de los problemas de aritmética.



¿Cómo serían las hojas de ese árbol? Traerían por una cara aquella bobería, por ejemplo, de “Si un obrero tarda una hora en hacer su trabajo, ¿cuánto tardarán dos?”.



… Rumia que te rumia, todo lo bíblicamente que fuera, un buen día se sorprendió dándole la vuelta a la tortilla –y nunca mejor empleado el término. Porque fueron apareciendo en sus fantasías bíblico-mentales infinitas variedades botánicas para nombrar a los árboles de nueva creación, todos ellos nombres muy sugerentes, pero, ay, fatalmente relacionados con su cotidiana y gastronómica realidad, teniendo siempre como telón de fondo las ricas comidas que guisaba Calme.



El Árbol del Potaje… El Árbol del Huevo Frito… (pero a éste, sin saber por qué, lo imaginaba siempre como algo más achaparrado, casi arbusto.) (¿?)



(Y por si fuera poco, qué raro era aquello que había dicho Calme aquella vez: “Con la cuchara que coja, con ella comerá…”)


 

***
 
 
Del libro REVUELTO DE ISLEÑAS


FUNDACIÓN CANARIA MAPFRE GUANARTEME, 2010.


© De los relatos: Dolores De la Fe y Teresa Iturriaga Osa

© De las ilustraciones y portada: Sira Ascanio






Wednesday, June 13, 2012

RELATO



CULINARIA DESDE DISTINTOS PUNTOS DE VISTA


Dolores De la Fe


 





Cuando Mariele se enamoró de Hansi, el alemán más guapo que, de momento al menos, se movía incombustible por la pequeña sociedad de aquel entonces, fue un enamoramiento fulminante, telúrico, podría decirse. Un flechazo de proporciones extrasensoriales, ultrahumanas, vamos, de Primera División. Eso provocó al mismo tiempo que Hansi dejara de ser incombustible: pasó a arder en la misma llama.

Lo curioso fue que la magnitud del mutuo flechazo llegó a rozar, increíble, a las amigas de toda la vida. No es que surgiera el flechazo amoroso en todas ellas, ¡no, por Dios, qué horror!, sino que en aquel mismo instante de producirse el disparo clásicamente consabido de la flecha lanzada por Cupido, las amigas, cada una en sus ocupaciones (Pepi cocinando spaghetti; Loli aplicándose su esperanzadora crema de día; Chita suspirando a solas en la oficina, soñando con los Carnavales; etc. etc.), sintieron un misterioso estremecimiento que las paralizó sin acertar a explicarse qué había pasado. De haber existido una escala de Richter para estas extrañas cosas del amor, el número marcado hubiera superado el cien.

Tratándose de un alemán de pura cepa, tras los primeros e inefables procedimientos usuales en una pareja enamorada ardientemente, Hansi pasó a preparar las bases de un feliz futuro que se suponía inmediato, es decir, empezó a hablar de boda. Igual hubiera podido ponerse a hablar de estudiar Astronomía o Ciencias del Más Allá, porque para Mariele todo sonaba igual, es decir, todo lo que emitiera la boca de Hansi le sonaba a gloria pura.

Así fue como la familia de ella se vio implicada en menesteres hasta entonces innecesarios (como por ejemplo, pasaporte, ropa de abrigo…), porque Hansi, que aparte de guapo disponía de un status económicamente poderoso (además de familia en su Alemania natal), había decidido que Mariele asistiera en ese país a un curso Culinario que le garantizara un futuro gastronómico también de Primera División. Sobre todo, repostería o, concretando, tartas de manzana.

Los respectivos teléfonos sirvieron, una vez más, de vasos comunicantes para las amigas de toda la vida. Gozaron un sinfín de días del indiscutible poder de la comunicación, del intercambio de opiniones, envidias, porqués… aún latía, invisible pero persistente, aquella misteriosa vibración.

Pepi, poniendo el horno a 250 grados, marcó 15 minutos en el avisador del tiempo. Se lavó las manos y se dirigió al teléfono del cuarto de estar, por el motivo de que así descansaría las piernas el cuarto de hora prefijado. De memoria se sabía el número de Loli, que respondió casi instantáneamente.

Pepi, reconocida cocinera y amante de la Culinaria desde que su madre, años ha, la enviciara en tales menesteres, comentó con Loli esa cosa maravillosa, fabulosa, increíble, que le había tocado en suerte a Mariele: ¡que el novio le pagara un viaje a Alemania para aprender cocina germánica!

Loli, reconocida enemiga de cualquier tipo de cocina y no menos reconocida entre sus amigas por estar siempre, digamos, en números rojos, situación que le impedía realizar sus sueños de convertirse en una especie de Holandés Errante, guardó unos segundos de silencio al escuchar los comentarios de Pepi. Luego, replicó:

-¿Sabes lo que te digo? Que si a mí me cayera un novio que me pagara una estancia en Alemania para que aprendiera a cocinar… ¡no volvería a verme el pelo en toda su vida!


***
 
 
 
Del libro REVUELTO DE ISLEÑAS 

FUNDACIÓN CANARIA MAPFRE GUANARTEME, 2010.

© De los relatos: Dolores De la Fe y Teresa Iturriaga Osa

© De las ilustraciones y portada: Sira Ascanio







Monday, June 11, 2012

IN MEMORIAM


DOLORES DE LA FE


(Las Palmas de Gran Canaria, 1921- 2012)


 

 

          Lola De la Fe ha sido una escritora multifacética que ha desarrollado su talento en una gran variedad de modalidades literarias, entre las que sobresalen la viñeta de tonalidad lírica, la estampa de costumbres, la columna, la crónica periodística y el texto narrativo. De niña, como alumna de Bachillerato del Instituto Pérez Galdós, en 1932 colaboró en la redacción de una revista con su amiga Carmen Laforet. Sin embargo, el reconocimiento de su obra Tiempo en sepia, Premio Ángel Guerra de Novela de la Villa de Teguise, fue el comienzo de la vasta actividad literaria y periodística. Una serie de títulos avalan su trabajo como investigadora, traductora y ensayista: Ignacia de Lara, La Saga de los Miller, Víctor Doreste (Biografía), Happening para Jacob, El Mirador, Las Palmas casi ayer y Médium. En 2010, con Teresa Iturriaga, publica Revuelto de isleñas, una colección de relatos -ilustrada por Sira Ascanio- cuya temática aborda la compleja relación entre la escritura y la cocina. Este año, ambas autoras preparaban la edición de un libro de relatos dedicado a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria titulado En la ciudad sin puertas.


VIVIRÁ SIEMPRE EN NUESTRO CORAZÓN





Archivo fotográfico/dedicatoria: T. Iturriaga


 
Descúbrete, ¡oh, ciudad dormida bajo el agua!,

es la hora forforina en la que ocurren los milagros.
 
   


Foto: Lavecchia