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"They run as fast as they can. A gasp at the cost of effort. Other fall and no longer stand. Some, more resistant, sing a song to give encouragement. She says, do not let your head like one that has been vanquished. She says, wake up, come on, the struggle is long, the fight is difficult. Then they shout with all their strength to show their enthusiasm. "(Monique Wittig, The Guerrillas).
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EXPOSICIÓN Y ACTIVIDADES EN TORNO A
LA OBRA ARTÍSTICA DE SIRA ASCANIO
Desasosiego
(en
Portoferraio, Isola d'Elba, Italia. Marzo 2022)
POESÍA, MÚSICA, DANZA...
O EL PODER DEL HARA
VENENO DE TÓRTOLA
Siguiendo los pasos de Tórtola Valencia, me invade una gran emoción al entrar en el portal de su casa en Sarriá, un templo de misterio...
(...) Entraron los meses del frío. Con los años, Ángeles se había recuperado de su grave enfermedad desde que la bailarina hiciera la promesa de retirarse de los escenarios si la joven sanaba. Paradojas del destino: la más débil se adaptó al clima húmedo de Barcelona, pero ese invierno Tórtola enfermó de pulmonía. Día y noche, Ángeles la cuidó con fervor hasta el día en que murió en sus brazos a causa de una insuficiencia cardíaca, un fatídico 13 de febrero de 1955.
Aquella mañana, la tristeza cubrió el cielo y un coro de gaviotas cantó su retirada. La tormenta, finalmente, rompió aguas sobre la Ciudad Condal. Esta vez no pasaría de largo buscando otros nidos. Llovía el silencio más herido. Un golpe brutal. En el 232 de la calle Major de Sarriá, las contraventanas se cerraron a cal y canto con el murmullo de las tórtolas. Se apagaron las risas de los niños en la plaza. Al cementerio de Poble Nou solo acudieron sus familiares y amigos más cercanos. Poco más se supo de Ángeles. Algunas gentes del lugar vieron salir de la casa a una mujer cubierta con un manto púrpura y la mirada perdida. Olvidar, caminar y no mirar atrás fue para su heredera la única forma de seguir arrastrando los pies... Pasar página y desaparecer. ¿Pero cómo respirar sin ella y arreglarse para el festín del día a día? ¿Cómo recobrar la ilusión de la tarde, cuando leían Las mil y una noches entre sábanas, enroscadas hasta el amanecer? ¿Cómo hacer que el duende llegara otra vez al tálamo de orgasmos de su vida? Nada más difícil.
<<Veneno de Tórtola>> de Teresa Iturriaga Osa (fragmento del relato).
<<Arden las zarzas>>. Relatos. Ed. La Vocal de Lis, Barcelona, 2021.
Fotos/ Maite Del Río
GRITO
Se suceden los minutos de silencio y las muestras de repulsa por el terrible asesinato del niño de 9 años en Lardero y la violación de la joven en Igualada. Una madre pide ayuda para localizar a los agresores de su hija de 16 años —ingresada en la UCI— mientras entierran a un inocente. Llueve un silencio gris por las víctimas. Dolor. Impotencia. Rabia a bocajarro. Las madres de Lardero llevaban meses denunciando a la policía que el sospechoso había intentado engañar con sus trampas a varios niños y niñas. Sin embargo, no fueron escuchadas. Álex jugaba disfrazado con sus amigos en el parque cuando fue secuestrado. La menor fue violada en la madrugada del pasado lunes cuando se dirigía a la estación de tren tras salir de una discoteca de Igualada.
El miedo recorre nuestras casas.
Basta ya. El campo de la psicología clínica, forense y judicial no puede
justificar el relajamiento de las medidas de prevención de la reincidencia
sexual en ciertos individuos; por el contrario, debe comprender la peligrosidad de su
carácter patológico asesino. Ante una enfermedad mental, solo cabe el control
psiquiátrico y policial. La ciudadanía exige firmeza en el cumplimiento de los
protocolos para prevenir delitos. Es un derecho.
Con la vida, he ido aprendiendo que
la bondad no surge de forma innata en el ser humano, la bondad es una
conquista. Y esa batalla contra la bestia se libra en el interior de
una madre cuando desenvaina su espada y grita, grita su ira, pero no decapita
al agresor. La justicia y la cárcel deben hacer el resto.
Teresa Iturriaga Osa