<<A gatas>>
Teresa Iturriaga Osa
De la profunda oscuridad,
gravedad donde escuecen
las lágrimas,
se aprende la medida del silencio,
imagen tan extensa
como una llanura sin hierba,
derrubio de la muerte
blanca,
basal
presencia
que llega a gatas al corazón
y allí se sienta.
Una duna de castillos
cae a mares
con la espuma fina del tiempo.
Se conoce de memoria el
nombre
de cada duende submarino.
La tarde no para quieta,
cambia de posición la arena
seca,
aplasta la mojada, llama al pescador
y oye ruidos de remos.
Una barca silba el agua...
avanza sin arrugas de
rodillas.
Afuera, una atmósfera al contraluz
roza la córnea, viene
y bombea ese extraño color
azul.
Uno tras otro, el asombro va
enlazando
el talle de las buenas gentes
que se bajaron los escarpes hasta el pozo,
perforando fisuras con sus
voces,
linternas, farolillos,
una verbena entera con su
música...
la vista llena de ilusión.
Foto / T. Iturriaga Osa
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