BENDITOS DETALLES
Teresa
Iturriaga Osa
A
veces, bastan unos minutos,
unos
instantes áureos, plenos.
Eso
es todo.
Te
digo que hasta las garzas blancas de mi playa
me
saludan al partir,
las
muy impertinentes, enjabonadas de libertad.
"Adiós,
nos veremos otra vez, el tiempo ha sucedido", me dicen.
Pero
tú no asomas tu voz por mis arenas
ni
siquiera por una antigua cortesía,
desde
que el viento se puso a soplar sus trompetas
bajo
los vértices del cielo.
Y
yo te escribo como tantas y tantas veces,
pero
hoy no tengo con qué rellenar
este
hueco de edredón
que
me deja tu silencio.
Hablará
por mí el poema apretado a la garganta,
seguramente,
nada nuevo,
y
menos, mío...
...
déjà vu, mon chéri.
Y
al anochecer, me vestiré de rojo, negro y gris,
y
me iré a la calle
con
el pecho ilustrado de palabras:
"La
verdad no es un cuento, es lo que es".
Porque
ninguna impostora domina como yo
la
bendición del detalle,
el
punto de la cocina,
los
hilvanes de la memoria mimosa del agua.
Eso
nos distingue a las magas
de
las ninfas parcheadas
entre
los cascabeles de la Navidad.
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