"Niñez en el arrecife"
Hay una paz de abril en el
aire.
Perfuma el humo la
estancia con sus mezclas caóticas de ruidos.
Y la ventana,
abierta al espejo de ondas,
sobrevuela con la mirada
la risa de los niños
en la plaza.
Vivo
más allá de Punta Brava,
donde conviven miseria y
remos,
donde todo se detiene
en un rumor de olas confuso
entre la vida de infancia
y el regreso a los bancos ya ancianos.
Mientras, camina el ciego,
sigue sus huellas de arena
buscando la horma de su
musa perdida.
Y lejos, La Barra
fronteriza me vigila
en el abismo de un baño
sin límites.
II
Allí,
el último coletazo de ira
sin yemas de esperanza
me lo aplastó el silencio.
En procesión de megalitos
se fueron los sueños
por la vereda de los
abrazos caídos.
Una impotencia de algas
se apoderó de mí
y no supe traicionarla.
III
Pero sobrevoló la gaviota
las aguas…
y cantó su verso.
Afrutada, como la carne
del vino joven
me pareces.
Postrera, como el suave
licor de nueces
que termina.
Cenicienta, como la luz de
los ojos
más tristes.
Tomarás el día en su punto.
Tomarás el día en su punto.
Tomarás el día en su punto.
Teresa Iturriaga Osa
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