ISTANBUL
Tu ojo turco me taladra
y me viste de joyas de la nuca a las
caderas
para desalojarme de ruidos
y dejarme intacta,
libre,
salvaje,
como una jungla estrepitosa.
Un abrazo de iris malvas
rebosa en este incendio.
Sobre las tumbas de los
amantes,
tocadas,
vestidas de estrellas,
lloran las hojas hechizadas
su desaire magnífico.
La memoria arrebatada,
anatomía
de una espalda
limando uñas con muros de distancia,
caída en un terraplén giróvago,
envuelta suavemente
en tus sábanas de especias.
Había un surco batiente,
espuma blanca,
dos cintas anudadas
en el barco que zarpaba.
Vaho estrecho de miradas en
cruz.
Nadie las vio sino yo.
Todo era ínfimo y sutil...
electrizante.
Teresa Iturriaga Osa
Me ha encantado.
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