BLANCO
TAFETÁN
(A
la garceta blanca)
Llegas
y te vas.
Bajas,
te paseas y te vas.
Siempre.
Amante
celosa y libre,
bajo
las cenizas de tus alas
veo
sinsabores
y
placeres ocultos
que
sólo te adivino.
Vuelas.
Y
ya no estás.
Desde
lo alto del mundo,
observas
los teatros de los hombres,
conoces
el vals de las muecas,
y,
entre ellos,
tu
piel de blanco tafetán se balancea
sin
tocarlos.
Aplauden
tu vértigo
sentados
en sus miedos,
incapaces
de cortejarte en las alturas...
A
ti, que eres reina
sin
vasallos.
Sola,
en
tu torre de marfil,
diriges
los navíos
con
la punta de tus dedos.
Toreando
con la muerte,
no
necesitas victorias,
sabes
volar.
Descansa ahora
en nuestra playa y
bébete el mosto de la arena,
vigilante fiel que regresas a nosotros.
Ven siempre,
que la bruma de la vida envolverá tus cabellos
en un abrazo eterno
que la bruma de la vida envolverá tus cabellos
en un abrazo eterno
entre
caoba y oro,
ave
fénix de Las Canteras.
Teresa Iturriaga Osa
Fotografía de la garceta: cortesía Tato Gonçalves
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