RAMES JANDALI FEU
Nacido en Madriz, con z, de madre española y padre sirio (Homs), esa ciudad tristemente conocida por la represión del régimen sirio de los Asad, escribe desde siempre poesía y relatos. Poesía, sobre todo poesía. Escribiente bartlebyniesco o vago del intento editorial ha publicado en la revista de poesía la Zampoña creada junto a sus amigos, poetas y cuentistas también desconocidos o fracasados. Y como en literatura nunca se sabe, espera que lo escrito le sirva a alguien para algo y da las gracias por ello.
Ahora que la casa está vacía,
Y no hay cuerpo que amortigüe el odio
Y en el silencio la ira es solo un pálpito
que carcome con pulcritud de gusano,
Una estratagema que no tiene sentido,
La ausencia te aúlla y se hace insoportable.
El alcohol ya no te vale para ser valiente
Para reivindicar tu existencia
Estás solo en una casa llena de fantasmas
Maldiciendo lo que fueron presencias.
Conjuras en la noche más solitaria que ha existido
A los que derrumbaste y recuerdas la terquedad del que sólo sabe herir
Porque llegó a esa complicidad impúdica
Con los gestos que matan y las palabras que destruyen.
Pronuncio papá como por sortilegio, creyendo
Que dos sílabas así pronunciadas, ya en la derrota,
Contengan un hechizo que te haga razonar
Que te alimente ese anhelo de ser feliz unas horas
Porque todo hombre tiene derecho a unas pocas horas de felicidad
En su vida, aunque el resto no haya valido la pena.
Acércate a la mesa papá, mamá murió hace tiempo.
Tómate la pastilla con el desayuno.
Sí, ya sé que pones cada mañana migas a los pájaros en la terraza.
¿Te bajo la tele?.
El café se va a enfriar.
Te parto las galletas.
Bebe un poco de agua,
Ya sabes que lo dijo el médico.
***
De nuevo te sientas junto a nosotros en la cena
Tu voz suave de niña amontona el tiempo
Lame la fiebre, empuja soledades al vacío.
Mientras el tenedor va a la boca la paz rodea
Este pescado y hablamos sin miserias
Recibiendo el pan de tus ojos
El vino suave de tu boca
***
EL CERROJO
La barreta aún sostiene el miedo
cuando la manija suena,
Sale de la armella y un equilibrista
se comba en los silencios
Lamiendo el precipicio de las nadas.
El pasador se desliza y miran a la madre
Esperando una requisitoria de sus ojos.
La llave penetra la cerradura:
su simple sonido de metal
Desploma la tarde: todo entra en vértigo.
La incertidumbre baila en una telaraña,
Se venda en la cavidad de los vacíos
Esperando el primer asalto, la increpación
Que queme la cuerda del trapecio
Y salgan los sapos y las ratas
Con su convicción de arcada
A repartir rabia y pescozón.
Hay que subir la música
que es un recodo de ausencias,
una trinchera.
Hay que cerrar las puertas para no estar
pero es imposible.
La bella música no es suficiente
Hay que seguir jugando con soldaditos de plástico
Con la mano que vacila si peinar o no a la muñeca
Y el alma va escurriéndose bajo la puerta
Deslizándose hacia el salón para traer noticias
Pasando primero por la cocina
haciendo que se llena un vaso de agua
para disimular su acercamiento.
Se clavan las virutas de las amenazas
La metralla del insulto penetra y se hace tatuaje
Que no se borrará con el baño y la espuma
Porque se ha hecho desprecio.
De repente el silencio: hay que andar despacio
Porque el pasillo está lleno de cristales
y las ráfagas de silencio devoran
cada rincón de la casa.
La luz del televisor destella sobre las paredes del salón
Rebota por los pasillos y
extiende sus flashes de termita hasta los dormitorios.
Por la rendija entran los ecos de las llamaradas.
Sólo la gata parece imperturbable a todo y
vuelve a recostarse en la pechera del padre
su único amo.
***
EL VINO
La fiebre se inclina y agasaja
Sorbos de fuego,
retales de confusa clarividencia y
El vino, que empuja por arterias
Como las olas contra un malecón
Que van rompiendo en vendaval el muro
Abren grietas de gozo,
se cuelan por intersticios y
Galopan como si un don divino
Les dejara ser otros un instante.
El que vigila el almacén de las palabras
Se ha ido a tomar su tentempié diario
Y salen libres a cantar al patio.
El vaso en el que ha ocurrido todo
Deja estelas de amistad, promesas,
Y una lágrima de sangre
aún parpadea en el fondo.
En el limo de tus ojos,
en el borde de tus labios
Los posos de la alegría
se extienden en trigal
Que un sol enciende
y gusta acariciar un gato.
***
LA CORTINA
Faltaba una cortina
Que tapara aquel hueco
Algo que colgar, a lo que asirse.
En cada espacio vacío de las conversaciones
En cada intersticio de vacua mirada
Que sospecha el fin y ya
no disimula las tristezas,
aparecía la cortina con su tela azul,
azul como jamás se ha visto.
La cortina suele llegar a mitad de camino
Igual que el pijama y el cepillo de dientes
Luego vienen los libros y otros inventarios,
la hermosa rutina que todo lo envuelve.
Semanas antes hablaron que fuera a juego con los baldosines
Con alguna inscripción pactada entre los dos los días de besos
las noches en que las manos sólo saben rozar y escribirse.
Ojearon decenas de libros
Para tomar referencias que fueran acorde con sus gustos
Se inspeccionaron todas las tiendas de telas,
Se llego a tener la tela entre las manos
Sí, agarrada la tela azul, azul como el cielo o el mar,
Y lo imposible, también azul entre ambas manos
Las manos que sujetan con furia cada extremo de tela
Cada extremo de amor negándose a deshilachar.
La tela quedó en un cajón, la inscripción a medias.
De ella se sabe que vive en una casa sin cortinas
De él que odia los azules.
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