Saturday, June 2, 2012

POEMAS


RAMES JANDALI FEU

Nacido en Madriz, con z, de madre española y padre sirio (Homs), esa ciudad tristemente conocida por la represión del régimen sirio de los Asad, escribe desde siempre poesía y relatos. Poesía, sobre todo poesía. Escribiente bartlebyniesco o vago del intento editorial ha publicado en la revista de poesía la Zampoña creada junto a sus amigos, poetas y cuentistas también desconocidos o fracasados. Y como en literatura nunca se sabe, espera que lo escrito le sirva a alguien para algo y da las gracias por ello.







Ahora que la casa está vacía,

Y no hay cuerpo que amortigüe el odio

Y en el silencio la ira es solo un pálpito

que carcome con pulcritud de gusano,

Una estratagema que no tiene sentido,

La ausencia te aúlla y se hace insoportable.

El alcohol ya no te vale para ser valiente

Para reivindicar tu existencia

Estás solo en una casa llena de fantasmas

Maldiciendo lo que fueron presencias.

Conjuras en la noche más solitaria que ha existido

A los que derrumbaste y recuerdas la terquedad del que sólo sabe herir

Porque llegó a esa complicidad impúdica

Con los gestos que matan y las palabras que destruyen.

Pronuncio papá como por sortilegio, creyendo

Que dos sílabas así pronunciadas, ya en la derrota,

Contengan un hechizo que te haga razonar

Que te alimente ese anhelo de ser feliz unas horas

Porque todo hombre tiene derecho a unas pocas horas de felicidad

En su vida, aunque el resto no haya valido la pena.

Acércate a la mesa papá, mamá murió hace tiempo.

Tómate la pastilla con el desayuno.

Sí, ya sé que pones cada mañana migas a los pájaros en la terraza.

¿Te bajo la tele?.

El café se va a enfriar.

Te parto las galletas.

Bebe un poco de agua,

Ya sabes que lo dijo el médico.
 
***
 
 
 
 
 
De nuevo te sientas junto a nosotros en la cena

Tu voz suave de niña amontona el tiempo

Lame la fiebre, empuja soledades al vacío.

Mientras el tenedor va a la boca la paz rodea

Este pescado y hablamos sin miserias

Recibiendo el pan de tus ojos

El vino suave de tu boca
 
***
 
 
 
 
 

EL CERROJO



La barreta aún sostiene el miedo

cuando la manija suena,

Sale de la armella y un equilibrista

se comba en los silencios

Lamiendo el precipicio de las nadas.

El pasador se desliza y miran a la madre

Esperando una requisitoria de sus ojos.

La llave penetra la cerradura:

su simple sonido de metal

Desploma la tarde: todo entra en vértigo.

La incertidumbre baila en una telaraña,

Se venda en la cavidad de los vacíos

Esperando el primer asalto, la increpación

Que queme la cuerda del trapecio

Y salgan los sapos y las ratas

Con su convicción de arcada

A repartir rabia y pescozón.

Hay que subir la música

que es un recodo de ausencias,

una trinchera.

Hay que cerrar las puertas para no estar

pero es imposible.

La bella música no es suficiente

Hay que seguir jugando con soldaditos de plástico

Con la mano que vacila si peinar o no a la muñeca

Y el alma va escurriéndose bajo la puerta

Deslizándose hacia el salón para traer noticias

Pasando primero por la cocina

haciendo que se llena un vaso de agua

para disimular su acercamiento.

Se clavan las virutas de las amenazas

La metralla del insulto penetra y se hace tatuaje

Que no se borrará con el baño y la espuma

Porque se ha hecho desprecio.

De repente el silencio: hay que andar despacio

Porque el pasillo está lleno de cristales

y las ráfagas de silencio devoran

cada rincón de la casa.

La luz del televisor destella sobre las paredes del salón

Rebota por los pasillos y

extiende sus flashes de termita hasta los dormitorios.

Por la rendija entran los ecos de las llamaradas.

Sólo la gata parece imperturbable a todo y

vuelve a recostarse en la pechera del padre

su único amo.
 
***
 
 


EL VINO




La fiebre se inclina y agasaja

Sorbos de fuego,

retales de confusa clarividencia y

El vino, que empuja por arterias

Como las olas contra un malecón

Que van rompiendo en vendaval el muro

Abren grietas de gozo,

se cuelan por intersticios y

Galopan como si un don divino

Les dejara ser otros un instante.

El que vigila el almacén de las palabras

Se ha ido a tomar su tentempié diario

Y salen libres a cantar al patio.

El vaso en el que ha ocurrido todo

Deja estelas de amistad, promesas,

Y una lágrima de sangre

aún parpadea en el fondo.

En el limo de tus ojos,

en el borde de tus labios

Los posos de la alegría

se extienden en trigal

Que un sol enciende

y gusta acariciar un gato.

***




LA CORTINA





Faltaba una cortina

Que tapara aquel hueco

Algo que colgar, a lo que asirse.

En cada espacio vacío de las conversaciones

En cada intersticio de vacua mirada

Que sospecha el fin y ya

no disimula las tristezas,

aparecía la cortina con su tela azul,

azul como jamás se ha visto.

La cortina suele llegar a mitad de camino

Igual que el pijama y el cepillo de dientes

Luego vienen los libros y otros inventarios,

la hermosa rutina que todo lo envuelve.

Semanas antes hablaron que fuera a juego con los baldosines

Con alguna inscripción pactada entre los dos los días de besos

las noches en que las manos sólo saben rozar y escribirse.

Ojearon decenas de libros

Para tomar referencias que fueran acorde con sus gustos

Se inspeccionaron todas las tiendas de telas,

Se llego a tener la tela entre las manos

Sí, agarrada la tela azul, azul como el cielo o el mar,

Y lo imposible, también azul entre ambas manos

Las manos que sujetan con furia cada extremo de tela

Cada extremo de amor negándose a deshilachar.

La tela quedó en un cajón, la inscripción a medias.

De ella se sabe que vive en una casa sin cortinas

De él que odia los azules.



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