Tuesday, July 26, 2011

RELATO

SOPA DE BAMBÚ

Teresa Iturriaga Osa






Ilustración de Sira Ascanio


Jean-Pierre era un hombre fino, delicado hasta el extremo, sensible, artista, como un plato decorado con hierbas de Provenza mezcladas con mil flores de toronjil. Era vegetariano, estricto, nada de ovo-lacto, sino crudívoro. Y esa ajedrea campuzana Simone se la tuvo que comer todos los días durante años, despacito, muy despacito, tanto si le gustaba como si no, como guarnición de su soledad. Pero ella... ella siempre había soñado con comerse algo distinto, c.-à-d., canard sauvage. Vivieron tres años juntos, pero algo no les funcionaba en las barrigas y, al final de unas vacaciones de Navidad, la pareja se rompió como un jarrón chino. Seguramente, el exceso de rigidez en su forma de hacer las ensaladas les llevó a un estado que les hizo imposible convivir bajo un mismo techo de cocina. Porque mientras él removía la mostaza con el aceite y el vinagre, ella salaba, espolvoreaba a poca distancia sugerencias de añadido, albahaca, tomillo, orégano, un ramillete de perejil rizado a poder ser… pero el otro no admitía innovaciones en su dieta y cada dos por tres se agarraba un cabreo que resumía el proceso culinario preparándose una ensalada Niza en baguette. Entonces era la bronca, el disparate y los gritos, que se oían por todo el edificio, pero a ella le importaba un comino.


-Como se aburren tanto, mis vecinos se pasan el día espiándome por la ventana. A ver si entro en casa con alguien que no sea Jean-Pierre, eso, eso sí que les gustaría, un poco de follón y morbo en su vida… ¡Que hablen! Y por mí, que les den la ratatouille.

Yo me había dado perfecta cuenta del control vecinal por la mañana, al salir del portal. La señora del tercero ni siquiera se paró a darnos los buenos días, pero no dejó de mirarme desde los zapatos hasta el gorro. Una española entrando y saliendo de la casa de Simone, qué raro… Pasamos olímpicamente de la vieja y nos fuimos al mercado, yo quería despedirme de La Rochelle con una cena por todo lo alto. Iba a prepararle una merluza a la sidra a Simone para agradecerle lo buena persona que había sido conmigo, lo mucho que me había enseñado en mis meses de estancia en Francia. El pescadero nos ofrecía las joyas de su mostrador. Allí exhibía las mejores ostras del Atlántico, mejillones de L’Île de Ré a discreción, merluzas, chicharros, gambas, cigalas, rodaballos, congrios…

-Póngame esa merluza.

-Le quito la cabeza, supongo que no la quiere…

-¡Pero bueno! ¡Claro que la quiero! ¡Y las cocochas! ¡Si eso es lo mejor! Usted quítele sólo las escamas y las tripas…

-Perdóneme, señora, pensé que no la aprovecharía, a muchos de mis clientes les da asco hasta el olor del pescado, vamos, es que no quieren ni tocarlo.

-Pues no se equivoque con nosotras. Somos mujeres completas y sabemos hacer de todo, no se nos caen los anillos… Lo mismo redactamos un informe que limpiamos el pescado, no vamos de pijas que sólo saben comprar filetes de gallo en bandeja... venga, venga... así está bien.

Fuimos paseando en bicicleta por el parque hasta la casa de Simone, situada en un barrio residencial muy tranquilo. Era un lujo pedalear entre los árboles que en aquella época de otoño se vestían de colores pardos, terrestres, anticipando la caída de las hojas. Ella vivía en lo alto de un edificio, en un ático rodeado de terrazas desde donde podía divisarse la entrada al viejo puerto de La Rochelle. Las dos torres iluminadas se convertían en guardianes del tiempo en las noches despejadas. Un día me explicó cómo había encontrado aquel apartamento divino tras separarse de Jean-Pierre, su compañero arquitecto. Ella había trabajado siempre con él en ambientes vinculados a la arquitectura paisajista y se dedicaban a diseñar proyectos donde la ecología, la astronomía y las artes dieran un sentido a las edificaciones urbanas. Me dijo que tras la ruptura, una crisis personal a los cincuenta años la había llevado a un nivel de desolación tal que un día decidió resucitar rodeándose de riqueza, pero de un tipo de riqueza que nada tenía que ver con el dinero, sino con la abundancia de luz, espacio y color añil en el interior del alma. Se había visto inmersa en una depresión afectiva, viviendo en un pisito de alquiler que no tenía más vistas que las persianas cerradas del edificio de enfrente hasta que tocó fondo y salió corriendo de allí para escapar de ese lento suicidio.

-Inés, si a los cincuenta no vives como quieres, con quien quieres y donde quieres, es que tienes un problema.

-Aún no los he cumplido, pero gracias por el consejo, tomaré nota…

Se entraba por una escalera que conducía a un pequeño hall lleno de pinturas y objetos celestes. El salón era una maravilla. Dos sofás crema delante de la cristalera y una gran mesa de mármol se levantaban como un altar… la música de ópera invadía la estancia blanca, impoluta, llena de luz. Me mostró los libros de Jacques Majorelle, el pintor francés de Marrakech, su obsesión por el azul intenso, delirante, ahuyentador de sombras y auras enfangadas de dolor y rencor gris.

Por el contrario, la cocina era pequeña, pero suficiente. Sacamos las verduras y el pescado que habíamos comprado en el mercado y lo guardamos en la nevera. Simone sirvió dos copas de vino blanco y brindamos antes de empezar a cocinar nuestra despedida. Como dos señoras estupendas, sin cambiarnos de ropa y sin calzarnos un triste delantal, ataviadas con los collares de la calle, maquilladas y con las botas puestas, nos pusimos a preparar el manjar.

-Simone, si quieres aprender la receta, es muy fácil. Primero se corta la merluza en rodajas y se le echa la sal. Después se pasa por harina y se pone en una cazuela sobre un lecho de cebolla y aceite.

-Bueno, no suena muy complicado en principio. ¿Y cómo dices que se llama este plato?

-Merluza a la sidra. Sus ingredientes son la fuerza del mar y la magia celta de la tierra de los manzanos.

-Es verdad, parece una receta druídica, la unión de elementos entre el mar y la tierra, muy atlántico, es un símbolo muy bretón.

-Desde luego. Bueno, entonces, cubrimos la merluza con rodajas de manzana y añadimos sidra y nata. Pero no lo olvides: debe hacerse a fuego lento, bien tapado, abrigado como el amor.

Simone, por su parte, fue preparando una sopa de bambú con los ingredientes que su padre le había traído desde Beijing, a la vuelta de uno de sus viajes a Oriente. Él le había enseñado mucho, no en vano era masón, y sus palabras siempre encerraban un conocimiento más allá de lo corriente. Me contó que antes de morir le descifró el secreto de las letras que componen la palabra “VIE”: “Vibration-Intuition-Émotionnelle”. Indiscutiblemente, fue un padre en todos los sentidos, sabía alimentar con leche y miel a sus hijas. Les mostró los laberintos del espíritu, cómo se puede caminar sobre las aguas. Todo un legado.

Después de la cena, yo estaba medio colocada. Me resultaba imposible conciliar el sueño, mi imaginación me transportaba a parajes lejanos, otro tiempo, otras vidas, regresiones o fantasías… yo qué sé. El caso es que me puse a escribir de forma automática, siguiendo la estela de mis visiones:


Entre estos trazos de seda
sueño
y veo:
unos monjes chinos
ríen el sabor del agua,
una torre se desmorona del tablero de ajedrez,
en su juego,
sin estrépito ahí fuera,
mi corazón se parte
en
mil
cascadas
rompe
a llorar
sus emociones.
No puedo más.
No tengo estómago para lo vulgar, me da naúseas,
y no de vértigo.
Que alguien me sirva en un cuenco Kenzan
una sopa de bambú.
Entreveo:
ahí, en medio de ellos, el celoso viento ruge
y azota las primeras luces,
los cascos de los caballos se lo han llevado todo
de cuajo
con las persianas de papel. Era tan frágil...
El terremoto lo anunciaba.
Y así ha sido.

Sólo lo exquisito.

Pero aún veo más:
como bueyes azules adivinan el sabor del agua de la cascada,
me tocan con el dedo, entran con la yema de sus ramas en el fondo del agua gris,
fango gris de mi corazón,
entran en el enigma de un amor huérfano siempre
del cielo y de su amada,
señora entre las mujeres,
la primera florecida entre los hielos

que duerme en un pabellón su sueño de viajes al oeste,
mientras, miles de pájaros sueltan sus plumas sobre el libro
siempre abierto
y le cuentan una historia secreta entre otras miles.

Sólo lo exquisito.

Visiones:

hay muchas lavanderas
tejedoras
mariposas

hilos
concubinas esclavas
vuelos latentes,

no hay color ni sabor en la sopa de bambú,
la que sirven al anciano que veneran.

Sólo lo exquisito.

Voy saliendo:
él aconseja con tacto
prudencia con los laúdes
ilusiones
de fortalezas vanas
con los saltos sin miedo,
con ese ángel insensato que cree tener valor
y no sabe
que
el miedo es su trampolín primero,
el miedo es su trampolín primero.
Recuerda, Inés:
no se es más hombre por eso, no se es más hombre por eso.
No se es más hombre por eso.
Siempre lo supe.
Y Simone repite y repite como un koan:
no se es mujer, se llega a serlo.
No se es mujer, se llega a serlo.
No lo sabía.
Desde lo alto me despido de él,

doy un salto y me impulso en el trampolín,
to
si
qui
ex
beso su paladar
de bambú.

A la mañana siguiente, me levanté tarde con mucho dolor de cabeza y, para mi asombro, comprobé que no había nadie en casa. Sólo encontré una nota sobre la mesa de la cocina con una flor. Era de Simone. Me confesaba que había decidido irse a vivir por quinta vez con Jean-Pierre y que iba a hacerse ovo-lacto-vegetariana durante unos meses, y hasta crudívora si fuera necesario, mientras le durara el subidón.

En fin, Inés… C’est la VIE.



***

Relato del libro Revuelto de isleñas, Fundación Canaria Mapfre Guanarteme, 2010.

Wednesday, July 6, 2011

"lo mejor de mi profesión es cambiar, explorar, conocer gente nueva que saque cosas nuevas de ti". Pablo Rivero.

Esto se va poniendo cada día más intenso. Esta vez llega a nuestra cita de cine un actor de los que ha hecho televisión “toda la vida”. Pablo Rivero, más conocido como Toni Alcántara nos delita con esta entrevista que prefiero no adelantar. Un recorrido por la vida profesional de uno de los actores que más joven empezó en esto de la televisión. ¡Comenzamos!



Aitana de Miguel.- Comenzaste tus estudios en la Escuela de Cristina Rota. ¿Qué te movió a ser actor?
Pablo Rivero.- Vocación, me lo pide el cuerpo desde niño, desde que jugaba a las películas yo solo.


ADM.- ¿Te imaginabas que la vida del actor era esta?
PR.- A ratos, aunque en algunos momentos, como cuando rodaba “suerte” en pleno desierto en Bardenas disfrazado de militar dando gritos con una ametralladora, me viene una sensación maravillosa de ser afortunado por dedicarme a lo que me gusta y poder divertirme.

ADM.- Echando la vista atrás, ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser actor?
PR.- Lo mejor cambiar, explorar, conocer gente nueva que saque cosas nuevas de ti. Lo peor la incertidumbre y el sentirte observado constantemente.

ADM.- Siempre has trabajado como actor. ¿Cuál fue tu primer rodaje? ¿Cómo lo recuerdas? ¿Cómo fue tu primer casting?
PR.- El primer casting creo que fue una entrevista para que me conociera Sara Bilbatúa. Si no recuerdo mal pasé muchos nervios. En cuanto a mi primer rodaje fue de un anuncio del ministerio de sanidad, una campaña del uso de preservativos, fui al casting para que me conociera Carmen Utrilla, otra de las grandes jefas de casting, y finalmente me cogió para el anuncio.

ADM.- Has participado en varias series de televisión pero sin duda la más importante ha sido “Cuéntame cómo pasó” ¿Cómo recuerdas tu entrada en esta serie? ¿Cómo empezó todo?
PR.- Empezó rodando un piloto sin saber si funcionaría o no. Te puedo decir que por mi parte, no esperaba tener el éxito que ha tenido. Es muy bonito arrancar un proyecto nuevo; sobre todo lo que más recuerdo es el aprendizaje total.

ADM.- ¿Cómo te preparas el personaje de Toni Alcántara?
PR.- Preguntando, documentando, asesorado por gente sabia como Alicia Hermida o Tito Fernández, también pasando un poco de lo meramente histórico y con el tiempo ir haciéndolo mío.

ADM.- La serie es un retrato de los últimos años del franquismo y el comienzo de la democracia, ¿qué fortalezas y debilidades tiene la serie a la hora de contar está parte de la historia en España?
PR.- La que tiene una serie de televisión que no pretende o no debería ser un documental, es ficción y además familiar.

ADM.- Hablando del presente ¿crees que tenemos hoy la democracia real por la que lucharon esos personajes?
PR.- ¡UFFF! a Toni le dejo en el plató y los temas de política también. Estoy un poco agotado de la figura del actor metido en política, ¡sorry!

ADM.- ¿Has participado en los movimientos del 15m? ¿Qué opinión te merecen los indignados?
PR.- La iniciativa y puntos básicos me parecen ejemplares; otros ámbitos y puntos son muy discutibles.

ADM.- Volviendo a tu personaje, Toni Alcántara. ¿Cómo te gustaría que acabara tu personaje en Cuéntame?
PR.- Coherente con sus raíces, me gustaría principalmente que no decepcionara a la gente que lo sigue con tanto cariño, pero es complicado satisfacer a todos. No sé, tal vez, haciendo algo que le guste, que se le viera pleno. ¡Es que lo ha pasado muy mal! (risas)

ADM.- Cambiando de tema, ¿Qué crees que le falta a la televisión actual y que le sobra?
PR.- Le sobra MIERDA. Le falta programas y promoción de películas, amor por el cine, series más experimentales, arriesgar y dejarse de realitys y horteradas.

ADM.- ¿Qué sigues en televisión?
PR.- Poco. Telediario, alguna serie nacional sobre todo para ver lo que se hace y a los compañeros y poco más. Veo series y películas que compro.

ADM.- ¿Qué te gusta más la tele, el teatro o el cine?
PR.- Me gusta lo bueno en el medio que sea, pero cada vez más lo que es capaz de fusionar un poco todo. Mezclar las ventajas de los tres medios.
“La caída de los dioses”, la obra que represento dirigida por Pandur con otros muchos buenos actores, tiene bastante de eso.

ADM.- De no participar en Cuéntame, ¿en qué serie actual te gustaría trabajar?
PR.- Me hubiera encantado “Siete vidas”, o “Aída”. Ahora algo de acción como por ejemplo en “El barco”; algo cañero o “La pecera de Eva”.

ADM.- Volviendo al cine vamos hablar de tu último cortometraje rodado entre Navarra y Zaragoza, se llama “Suerte” de Jonathan Montañés en colaboración con Impacto producciones ¿Cómo fue el rodaje?
PR.- Como estar en el ejército de verdad porque nos pasó de todo, pero es la magia de esto. La suerte fue tener un equipo muy capacitado para reaccionar y ante las adversidades. Fue tremendamente divertido y aventurero.

ADM.- ¿Cómo te llegó la oportunidad de este cortometraje?
PR.- El director se puso en contacto con mi representante.

ADM.- Preséntame este cortometraje con tus propias palabras.
PR.- Trata de La suerte o la falta de ella, cuando parece que la has tenido pero realmente hay algo que te condena. Habla de la responsabilidad que tienen estos soldados, de lo realmente indefensos que están y lo fácil que es que todo esté en manos de esta suerte.

ADM.- ¿Cuál es la cara amarga y la cara feliz de un rodaje?
PR.- La amarga cuando no sale lo deseado, cuando no se puede rodar, cuando alguien o algo da problemas. La buena es la magia que se crea, esas veces en las que todo sale y se vive como si fuera real.

ADM.- ¿Qué nuevo aprendizaje tuviste con este proyecto?
PR.- A rodar con dificultades, a estar preparado y en calma para poder dar el 100% cuando se me requiera y a disfrutar por encima de todo.


ADM.- ¿Te acuerdas de alguna anécdota en especial en el rodaje de Suerte?
PR.- ¿Los vientos locos? ¿Los diluvios? ¿Las risas? (risas)

ADM.- Hablemos de ti. ¿Cuéntame un secreto? ¿Cuéntame una verdad? ¿Cuéntame una fobia? ¿Cuéntame una valentía? ¿Cuéntame un sueño realizado? ¿Cuéntame un sueño no realizado?
PR.- Estoy en “modo”. Hace mucho que no grabo la serie y que no voy a un evento. Estoy en modo anónimo-tímido así que todo eso me lo guardo.

ADM.- ¿Tú último proyecto en cine?
PR.- Un personaje en “De tu ventana a la mía” de Paula Ortiz, rodada también en Zaragoza. He visto un teaser y es una maravilla, el rodaje fue estupendo. Es de esas pelis que se merecen que todo salga muy bien y se valore.

ADM.- ¿Qué haces actualmente? Me refiero a cine, teatro, televisión.
PR.- Rodaré capítulos de la serie; actualmente me preparo para ir a Eslovenia, Barcelona y Madrid con la obra “La caída de los dioses”, adaptación de la película de Visconti.

ADM.- ¿Qué proyectos tienes para el futuro?
PR.- De momento estos me tienen ocupado aunque estoy abierto a nuevos por supuesto.

ADM.- ¿Vamos a tenerte de vuelta por Zaragoza pronto?
PR.- Ojalá, era la tercera vez que rodaba ahí así que seguro que habrá cuarta.


ADM.- ¿Te une algo a esta ciudad?
PR.- Las experiencias profesionales tan intensas y maravillosas y la buena gente con la que he trabajado de Zaragoza.

ADM.- Muchísimas gracias Pablo. Ha sido un placer tenerte en nuestra sección y en nuestra ciudad.
PR.- Igualmente, gracias por todo.