Friday, November 30, 2012

YEDRA EN VUELO


Teresa Iturriaga Osa


(A José Manuel Caballero Bonald)




El tren caminaba lentamente hacia el sur, como una oruga silenciosa se sumergía en un vasto océano de olivos, por fin dejaba la muralla de la meseta, una línea recta insoportable para mí aquellos días en espiral.


(...) y no puedo hacer otra cosa. Mira... yo no tengo la culpa de ser hiedra. Tú tampoco, de ser árbol. Mira... el viento me ha arrancado de tus brazos y ya me lleva por el aire a ser corona de los esposos que tantas veces conocimos en los rincones de nuestra cobardía. Mira... dulces paisajes trajinan entre lo que pudimos ser y no fuimos. Lo sabes muy bien. Sólo las esquinas de un gran páramo recogen las palabras no dichas mientras mi mano de hojas me evita el falso sueño. (...) fuiste un ángel, un demonio lúcido bajado del cielo para abismarme y, ahora, mi bien de bienes, miro hacia atrás y te veo como alejándote en el ladrillo rojo de la estación; tengo hambre de ti, abro mi diario y me lo como a dentelladas de impotencia, lo masco y lo vomito. Es la triste realidad de la hiedra solitaria en un adiós hacia ellos y hacia ti deshabitado...



Atrás quedaba Chamartín, delante me esperaba una estación de Andalucía entre sueños de alegres colinas y ratoncitos coloraos. Tenía que marcharme o terminaría por volverme cuerda del todo y eso sería mi muerte, yo había leído ese epitafio en algún libro: Vive como piensas o terminarás pensando como vives. Y nada más lejos de mi voluntad, pero, en fin, estaba claro que los primeros signos de alarma habían llegado y era más que una certeza, mi intuición se rebelaba definitivamente. Agitados los días, las noches plenas de sueños y vigilias... sus lindes lógicas habían comenzado a unirse a mis casi cuarenta años, justo cuando en una mujer se asoman con descaro las primeras canas y le gritan un aviso de retirada. Hacía tiempo que vivía mi locura entre cuentos y fantasías sufíes sin nombre... un río de esquizofrenia donde era muy difícil nadar, cada vez más, yo en un esfuerzo de titanes. Tan loco, tan loco se volvió todo, que los versos árabes me atacaban a cualquier hora del día: Música, mujer desnuda corriendo por la noche pura... Quiero ser la ceniza de tu fuego... Rumi y su música de laúd me invadían en la ciudad de cemento mientras mis caderas y yo bailábamos raks sharki al caminar por la acera, al escribir en la silla, en el baño, en la cocina... De repente, allí estaban, seis mujeres con un pañuelo en la cabeza me ofrecían el sabor de lo irreal mientras yo abría la boca muy despacio y me comía una fruta negra madura que me colocaba en el lugar más insólito. Entraba en un profundo trance, en evasión hacia las montañas sirias. Veía luces de farolillos en un templo de fuentes de plata y mármol. Óleos y jabones, agua de azahar me cubría el cuerpo. Afuera se leía un calendario con fechas que no iban conmigo: yo vivía en la ciudad medieval de Aleppo en pleno siglo XXI y me sentía como la mismísima Fátima de Samarcanda. Dios... ¡en la gloria!

Lo triste, sin embargo, fueron los otros, cuando mis pensamientos empezaron a encallar en un arrecife de incomprensión por parte de mis seres queridos -tan sensatos como yo les enseñé a ser-, mis hijos no comprendían nada de mis reacciones fronterizas y yo iba dándome cuenta de lo que pensaban de su madre. Que la pobre estaba medio loca. Tanto como la escritora argelina que ella siempre nombraba en las discusiones feministas del día de Navidad, en esas fechas memorables en las que los miembros de la familia se reunían para decirse lo mucho que no compartían -comilonas que me han parecido siempre una buena excusa para arreglar cuentas pendientes-, a mí me daba grima el nivel de intolerancia que se respiraba en cualquier aniversario. Eran mesas de juego en las que los del equipo contrario, vacíos de argumentos sólidos, tildaban siempre a la mujer moderna de sufragista con la rabieta del gran macho de Las Cañadas.

Pero era otoño y poco me importaba a mí la siguiente reunión familiar, sus cafés y sus postres, yo viajaba hacia Jaén con la visión de los olivos, interminables como un rosario de aceitunas desgranado en el bolsillo de un agnóstico. Cierto, sólo huesos, pipas de árbol viejo, restos -se cree o no, se siente o no, no es cuestión de carácter, dice el alma que escribió estas líneas-, pero yo creía en la blanca paloma que siembra de rocío los deseos, y, sentada en aquel tren de esperanza, soñaba con una vida después de tantas muertes. Y pensaba que tampoco se escoge ser saduceo, eso dependía del número de cuentas que al nacer uno llevara en su collar. Esperaría en mi extravío interior.

El tren y yo. Yo y el tren. El pulso mortecino del Talgo era un monólogo hipnótico y susurrante. El tren y yo. Yo y el tren. Nada más. Otra vez. Yo miraba el reloj al vaivén de mi cabeza y los olivos mesetarios seguían interminables... No cruzaba el mar en Argo, la nave de los héroes, rápida en todos los sentidos, sino todo lo contrario, mis pupilas rodeaban despacio los verdes encajes, esperaban divisar la frontera natural, ese sobresalto geológico del que me había hablado el poeta gaditano: Despeñaperros. Confiaba en ello, en que mi vértigo empezaría a vivir -sombra dormida en este cuerpo, tú eres lo único que conozco por dentro y por fuera, nunca lejos-. Despeñaperros, ¿existiría realmente? Lo cierto es que para mí ya era el enclave del mito, la puerta de un cancerbero que, por los siglos de los siglos, esperaba al tren que viajaba a la Tierra de Hic et Nunc. Y yo iba en él. Entonces, aquí y ahora. Presente.

Unos kilómetros antes, leí un cartel de aviso: Peligrosos, intrusos del Hades, escuchad: muchos entran, pero pocos salen. Los riscos que guardaban el Jardín de las Delicias se levantaban erguidos en sus aristas para desánimo de los prudentes. Inmenso el territorio pétreo, como flechas del suelo se levantaban en olas las caprichosas formas de arabescos; se leía en el suelo un gran libro de piedra que hablaba de una leyenda, de una ventana abierta. Estaba entrando. Entraba. Otrora se sabía que, una vez dentro, sólo accederían a sus puertas de salida los valientes, los que se enfrentaran a las fauces del perro maldito –el muy egoísta, pensó el alma-, tan seguro de sí. Calculé el peligro, imaginándome las tres cabezas, encajada entre sus lenguas de veneno letal, y me tembló todo el cuerpo. Pero estaba segura de que las vencería. Utilizaría sin contemplaciones mis armas árabes de nacimiento: primero, me ayudaría mi arma de proyección, protectora del libre albedrío -dicen los manuales de astrología árabe que los nacidos en 1961 vivimos bajo la protección de un arma de tiro-, y su misión sería la de atenuar mis defectos y magnificar mis cualidades. Fue en la estación de los cerezos cuando me zambullí en el lago transparente -aún te oigo, rumor precioso, vientre de madre, cuando tú vivías en Málaga-, allí el agua era fresca. Ese origen marcaría mi serranía, salpicada de torres y molinos para siempre, como un arma de valoración para ir hacia delante.

Caminaba como el tren que no puede plantearse la marcha atrás, como un arco en tensión donde la flecha avanzaba con la fuerza de unos ojos -con arte, niña- entrelazados. Pero necesitaba más: una segunda arma, tajante. Menos mal que mi arma de instinto era la espada, un buen remedio para las flaquezas de mi carne malagueña. Tú, el gladiolo, el gladiolo blanco, rojo; ardiente como la llama, pero recta como la espada -me bautizó el sabio-, y sí, en verdad, se puede ser sufí y jurista a la vez.

Me palpé el cuerpo. Bien. Estaba segura de que esos tres demonios lamerían mi piel de osa. Un aroma de observación, sabiduría y autenticidad sería el narcótico que me permitiría entrar y salir de la gruta secreta. Además, por si fuera necesario, llevaba una tercera arma, mi arma de destino: la navaja. Ella viajaba conmigo a todas partes. Escondida en mi liguero, dormía entre la blonda marfil de mis medias y un as de tréboles tatuado en mi muslo izquierdo, el que me ayudaba a triunfar en las partidas gitanas. En cuanto a mi estrategia de defensa, estaba clara, no sería árabe, sino más desconcertante, sería muy asiática, oriental. En efecto, mis lecturas adolescentes sobre el célebre tratadista chino Sun Tzu me habían dejado una enseñanza cotidiana para ejercer El Arte de la Guerra durante toda mi vida; de manera que, al principio, debería ser tímida como una virgen y, al primer fallo del enemigo, rápida como una liebre. Tres demonios: pronto tres tristes testuces y sus viudas perras negras, incapaces de resistirse a mis encantos. Así que la suerte estaba de mi parte, entonces, aquí y ahora, por primera vez sabía lo que quería encontrar... y, por eso, podía permitírmelo todo. Todo.

Mientras tanto, en el ciego túnel del desfiladero, aquel vagón de fumadores se reía a carcajadas de los chistes de una comedia americana, una historia exagerada de bodas y cuernos con denominación de origen universal.

Un grupo de chicas hablaba sin cesar a mi espalda. Eran cuatro chicas jóvenes, no pasarían de los veinte años. Hablaban de entrenamientos, barracones, órdenes de sus superiores... Eran soldados profesionales del ejército español. De repente, se hundieron los primeros collados de Despeñaperros y las palabras de una de ellas me golpearon en la oscuridad. Se confesaba en voz alta.

-Mi padre no me habla. Desde los catorce años.

Se hizo un silencio, pasaba un ángel.

-El día que suspendí cinco asignaturas escondí las notas y me fui a celebrar el fin de curso. Aquella noche bebimos tanto que... acabé en coma etílico. Debí de caerme en la discoteca y me llevaron al hospital. Al despertar, me dijeron que habían avisado a mis padres y, bueno, mi madre no apareció, pero mi padre sí, él entró en la habitación de muy mala leche y sólo preguntó lo inevitable.

-Doctora, ¿cuántos se han follado a esta puta?

-Discutimos y hasta hoy. Me fui de casa. Sólo tenía catorce años, catorce años... y, desde entonces, he hecho de todo, dormir en los parques, barra americana, pedir en la calle... Drogas, todas. Para comer, yo he pasado por... Un día alguien me habló del ejército y, ya veis, ahora se lo debo todo. Me ordenó la vida. Luego, una amiga me dijo que mi padre le pegaba a mi madre. Sé que ella le tiene pánico y no le queda más remedio que vivir con él. Y yo le odio, pero también le quiero, hasta me siento culpable y me gustaría volver a casa, no sé... cambiar las cosas. Estoy hecha un lío... fatal... mmm... sé que él no quiere verme... nunca más... ya... ya lo sé. Eso fue lo último que me dijo.

-Ni verte.

Los altavoces anunciaron la siguiente estación: Linares-Baeza. Era mi destino. En el vagón todo me olía a poro abierto, entre sudor y miel. Arreglé mi maquillaje y mi abrigo. Me levanté y me acerqué a las chicas. No tuve tiempo de pensar en lo que hacía, pero mi emoción, un puro instinto de hembra fértil, me llevaba a entregarle a aquella niña algo de mí, busqué en el bolso y saqué un precioso foulard de seda.

-Niña, perdona que haya escuchado tu historia, es que estaba justo aquí, en el asiento de atrás... Ahora tengo que irme... pero quiero darte las gracias, mi hija es casi de tu edad y no te imaginas cuánto me has ayudado. Toma, toma, para ti. Cógelo. Bueno, adiós, y no lo olvides: tienes un alma preciosa. Mucha suerte, te la mereces.

Ante su mirada asombrada, la besé. Sus ojos balbucearon lágrimas con palabras de emoción.

-Gracias, señora.

Bajé del tren tocada, envuelta en un halo de silencio. En la estación, una desconocida con un sombrero blanco de safari tenía que llevarme a Úbeda y a su carmen de Granada, pero no la vi en el andén y me senté en un banco sin mirar atrás. Sólo el silbato. Sólo el murmullo de las ruedas del tren en el recuerdo. Dejaba allí el pañuelo que me había comprado en Chamartín para secarme las lágrimas de té verde, el que tomaba para no dormirme, para volverte a ver... Hasta aquel día. No más víctimas. Se acabó. El satén de mis manos se quedaba en el destino de otras manos que necesitaban mi amor a manos llenas. Un cruce de vidas nos unía con otras voces en la estación de Linares donde el cielo me prometía un paisaje brillante como cristales de cuarzo. El aire era seco y frío. ¡Cómo se respiraba la paz en aquel andén de Andalucía! Paz... Por fin, paz. Y todo gracias al poeta del misterio en la mirada. Y no, no cuadraba tampoco el firmamento con las fechas matemáticas, no era aún el 7 de mayo de 2003, pero aquel día me volví loca total y me senté a horcajadas sobre Mercurio en su tránsito a través del Sol. Yo se lo gemí al Señor del viaje y de la alquimia, yo le rasgué su alma malagueña anonadada y me hizo caso. Cambió de firmamento y de fechas, vaya que sí.

En aquellos momentos, la razón me preguntaba cómo nos habíamos conocido... más atrás... ¿Sería el azar el que nos reunió en un banco de palomas? Sí, un día me encontré sus poemas tirados entre los troncos cortados de los árboles y, desde entonces, las musas reunidas en concilio me ordenaron tejer guirnaldas con pétalos de amanecer de un tiempo casi perdido sobre el nivel del mar. Y lloré cuando se decidió bordar su olvido como si fuera fácil volver a creer en los milagros. Y volver a jugar. Pero qué importaba ya, cruzaba el firmamento sobre un corcel alado en el viento sin memoria. Toda mi casa estaba hilada de velas blancas, encendidas como corazones de devotos que le anacaraban el alma que le resonaba en el cuerpo, trenzado de letras como olas del mar. Y las flores me olían en los puertos a paraíso de naves amarradas. Le dije entonces al oído que ya no había ninguna prisa, que habíamos llegado.

De verdad. El poeta no me había mentido: en aquel vagón de fumadores, me había sucedido lo imposible. A mí me dolía tanto el dolor de esa niña que no paraba de llorar al observar la belleza del desfiladero, pero, al salir de Despeñaperros, vi a unos guerreros vestidos de piel tatuada que me esperaban al borde del abismo. Como en un cuenco tibetano, los antiguos habitantes de la Sierra de Yedra me saludaron con sus manos mientras lanzaban sus yeguadas relinchos en círculos blancos de humo que subían al cielo entre nubes de designio. Vibraba el espacio. Yo no dije nada a nadie, pero los vi -eran verdad, amigo mío- sin mentir.

Sobre el tren llovía lirio azul con lenguas de fuego purpúreo mientras los guerreros recitaban tu nombre, mientras recitaban tu nombre, mientras recitaban nuestros nombres, los nombres de todos los poetas. Uno a uno. Jóvenes o envejecidos, en el nombre reunidos: el lactante, el niño, el joven, el adulto, el anciano, la mujer y el hombre. Otra vez niña y niño. Pasó otro ángel por el silencio... hay que tener amigos hasta en el cielo. Afiné el oído y escuché a Rumi con atención: De arriba somos y hacia arriba iremos. / Del océano somos y hacia el océano iremos. / No somos de este sitio o de aquel sitio. / Somos del no-lugar y al no-lugar iremos. / Mientras busques la perla de la mina, mina eres. / Mientras el pan desees, pan eres.

Amnésica de lo probable, nacía en mí la esperanza de lo posible. Por fin cruzaba esa frontera con los dos pies, con las mil ruedas de una oruga que soñaba en mariposas y me daba cuenta de que la cita era en cualquier estación de la ruta del tren del aquí y ahora, en medio de una tierra sudada de dolores y silencios, parturienta de almas que se esfuerzan en un duelo de metáforas por elevar a la vida los garabatos de un texto. Brindaba por la palabra que nos rapta -suceden los milagros, y, por eso, a ti, para siempre, un respeto de estrellas en el apretón cálido de muchas manos manchadas de tinta inútil-, porque cuando comprendes esta sutileza, verás que cualquier cosa que busques, eso eres.

Cogí de nuevo la pluma -a ti, mi agradecimiento- y abrí mi diario por la página 8. Empecé a bajar los escalones muy despacio, acariciaba verbalmente las crines del abismo mientras escribía mi Descenso:

 

Hija,


a través de ti viajo


a los fondos de mi dolor no extinguido,


olvidado de todos,


de mí misma.


No voy buscando tus restos,


sólo busco mi nombre de niña masacrada,


violada de sus sueños,


asustada,


contigo,


bajo las sábanas del terror.


Tengo el pecho lleno de saetas,


escudos petrificados


sin retorno,


y no quiero tu salvación


ni tu perdón,


estoy sola.




me servirás de excusa,


de pasaje de vuelo


gratuito a los abismos,


paraísos descuidados


donde habitan


mis inquilinos del fracaso.


Hija,


no podré entonces


más que reírme


del desorden,


excrementos prensados,


polvo calcinado


de deseos insaciables...


Recogeré entonces


con mi pala


de escarlata cenicienta


todo aquello,


junto a tu cinturón


de perlas y rubíes.


Ayer princesa de la Nada,


hoy reina del Hades,


conmigo.




Al primer chasquido de mis dedos, las aves del Guadalquivir despegaron. El espíritu de las aguas se elevó con esas niñas marismeñas de linaje inmaculado al dibujar su vuelo sobre el solar aceitunero. Vi con claridad sus picos de plata, lloviendo caía sobre la Tierra el nombre del poeta, gotas de agua azul iban besando en las sienes de mi parte a los ancianos erguidos en sus troncos milenarios. Besaron también a sus mujeres... una a una. Al segundo, sus hermanos marismeños cantaron. Vi que sobre el tren ondulaba una saeta con sus versos altaneros, ceñidos a su cintura de andaluz errante. Al tercero, vi partir de Cádiz una comitiva de talabarteros a caballo. Y al cuarto, mi amigo cabalgaba sobre una yegua cartujana. Conmigo. El Señor de las Marismas a mi lado. Era la hora en que la lentitud cruzaba los montes que afloraban amantes de un rubor violeta...

Era el crepúsculo, desaparecía todo rastro. Vinieron a mí entonces aquellos versos árabes que un ángel me tatuó en el alma: En la mañana del juicio, cuando levante la cabeza del polvo, te buscaré para conversar contigo.

Sí, amigo mío, es aún la vida, ¿y no es un sueño?



***

(Relato de la Colección Acordes armoniosos, Fundación Mapfre Guanarteme, 2009)
 

Wednesday, October 31, 2012

LA GRECIA QUE HAY EN MÍ


Poemario de Berbel de Canarias







NO me bastaron

1.013 naves, 43 caudillos y 30 reinos

para volver a encontrarte.

Tú estabas muy lejos

y mi corazón demasiado destrozado.

La próxima vez

no pasaré las distancias por mi espada,

ni miraré más líneas en tus mapas dorados,

ni esperaré la luna para besarte en ella.

Así fallé a mis dioses una sola vez.

Hoy, tranquila en mi lugar,

sumisa ante mis propias sentencias,

estiro la cabeza bajo la piedra

que anule la memoria del dolor.


Foto Grecia: Iñigo Iturriaga

Wednesday, October 3, 2012

Without Direction


Foto: María Del Río


By Teresa Iturriaga Osa, a translation



No, it’s not easy

to follow the protocol of the soul,

...yet since the birth of mankind and his laws,

already the soul’s words were written on the air.

Drunk with love, the water of the sea

was shaken by gestures and words…

yet how were you going to understand the mystery

of those verses if you hadn’t yet been born?



Find in your stone water-jar the last drop

of my holy wine,

the dewy bride from the lands of all those old stories,

this life is the same —

O life,

that escapes me

in the space where I exist now,

with tears for you.


Translated by the American Poet Spencer Reece
(in Madrid, october 2012)




********




SIN RUMBO FIJO   



No es fácil seguir el protocolo del alma,

pues antes de nacer el hombre y sus leyes,

ya estaba escrito en el aire.

Ebria de amor, el agua del mar

se agitó entre ademanes y palabras...

¿Y cómo ibas tú a comprender el misterio de aquellos versos

si aún no habías nacido?



Busca en tu tinaja la última gota

de mi vino sacro,

novia del rocío de los campos de cuentos,

la vida misma,

vida,

que se me escapa

por el hueco del ser

en lágrimas por ti.


Teresa Iturriaga Osa (Gata en tránsito, Ed. Alhulia, 2011)

Tuesday, October 2, 2012

LAZARUS HOUSE (HONDURAS)


SAVE THE DATE… …BECOME A PART OF THIS PROJECT…

 


Since 1988 Our Little Roses Ministries has become an oasis of hope and opportunity for the plight of abused and abandoned girls in Honduras. Hoping to continue this life-changing work, Padre Spencer Reece recently received a Fulbright Fellowship for a project to transform the lives of these girls through creativity and self-expression. The girls will learn poetry and painting and create a book with their poems in Spanish and English and their watercolors.




Calling artists, priests, and laypersons to learn how you
can be involved with this project by joining us on

MONDAY, DECEMBER 10TH @ 7PM

 
AT THE EMMA LAZARUS HOUSE


18 WEST 10TH STREET (B/W 5TH & 6TH AVENUES)

 
with Brad Coley who will produce a documentary film
of the project

 
and Dr. Diana Frade, founder of Our Little Roses, to speak

 
RSVP to KRISTEN GUARNIERI: 704-277-3809 or kristen@ourlittleroses.org


 And SAVE A LIFE

 

Thursday, September 27, 2012

ACTO DE PRESENTACIÓN DEL POEMARIO “GATA EN TRÁNSITO”



de Teresa Iturriaga Osa

LIBRERÍA ELKAR DONOSTIA - 19 de septiembre 2012
 
 

 
Arratzaldeon. Buenas tardes.

Para mí es una gran satisfacción presentar el libro de poemas Gata en tránsito en Donostia; estoy muy emocionada porque por primera vez me expreso en público en la tierra de mis antepasados de Zumaia, Itziar, Lastur, Ondarroa... Me siento muy honrada por ello y quiero expresarles mi agradecimiento a todas las personas que han venido a acompañarme esta tarde. En especial, a la Librería Elkar y a Peio M. Aierbe, coordinador de la Revista Mugak (SOS Racismo Donostia) que hoy se sienta en esta mesa a presentarme.


***

La existencia de la expresión poética se justifica desde la importancia que tiene la poesía como género literario dentro de una educación en valores a través de la comunicación emocional. De ahí que cada 21 de marzo se celebre el Día Mundial de la Poesía, una conmemoración impulsada por la UNESCO desde el año 2000 con el objetivo de reconocer y promover la poesía como una forma de expresión sociocultural, con la convicción de que la poesía es la más alta expresión artística y que en su cultivo y difusión radica una de las claves de la educación para la democracia. Algunos pensadores llegan incluso a afirmar que en las fronteras de la palabra creadora se juega hoy el destino de la cultura misma como testimonio supremo de la aventura humana.

Es evidente que el mundo contemporáneo tiene necesidades en el terreno de la estética que la poesía puede cubrir siempre y cuando se reconozca su papel social. Por ese motivo, las instituciones deberían emprender acciones para sostener dicho género literario, ampliando sus esfuerzos en difundirlo entre la opinión pública, en escuelas, universidades, bibliotecas, asociaciones vecinales, centros de asistencia y acogida, etc., fomentando su conocimiento en el mercado mediante actividades destinadas a introducir la imagen de modernidad de la poesía en los medios de comunicación. Se trata de elaborar materiales textuales que paulatinamente vayan introduciendo el hábito de lectura de la poesía en el público general durante su vida cotidiana. Una parada de bus, una larga espera en una cola, una consulta, un retraso de avión... dejaría de ser entonces una pérdida de tiempo para transformarse en un tiempo de reflexión consciente.

El objetivo del poeta es desarrollar publicaciones de interés general como contenido de una propuesta de sensibilización. Por ello, se estimula con especial atención la escritura poética que abra o explore perpectivas inéditas y temáticas renovadoras. Y dentro de ese marco pedagógico y divulgativo se incluye este poemario titulado Gata en tránsito.
Como explico en la introducción del libro, la poesía es un remedio frente a la barbarie que el mundo nos plantea a diario:



Y no es casualidad que en tiempos de guerra surjan poetas de

gran talla humana, porque siempre el dolor y la desesperación han

tenido en el arte –donde se incluye la literatura- su medio de

expresión más profundo. Fijémonos en la poesía que, con su frívola

apariencia, ha sabido elevar como nadie su voz ante la realidad más

desgarradora, y, ya sea mediante torbellinos de palabras, signos

ocultos e, incluso, con traspiés verbales voluntarios, logra entrar en

la realidad cotidiana para reconstruir al ser humano caído.



Hoy, más que nunca, la poesía sobrevive frente a la barbarie, fluye

subterránea bajo páramos donde brota inesperadamente como una

fuente milagrosa para curarnos de los espejismos de los desiertos.

Porque de allí donde parecía haber un hueco para nosotros -no lo

crean, no lo hay-, nos echaron a patadas.



Nuestra voz les molesta. ¿Y por qué? Porque la palabra poética más verdadera surge de la conciencia y eso siempre es peligroso. La poesía es reflexión, compromiso social, es una voz para los que no tienen voz. Incluye la vida y la muerte. De ahí que el título del poemario Gata en tránsito no sea casual, ya que, el gato, la gata, es un animal misterioso que encarna el tránsito al más allá desde el antiguo Egipto, era el acompañante de los faraones en su viaje a otra dimensión. Es una metáfora de la palabra como vehículo al mundo espiritual. En las palabras del prólogo del libro, J. M. Caballero Bonald dice que soy una “pasajera a bordo del sueño” y que escribo poesía por lo mismo que necesito hablar con los demás. Tiene mucha razón cuando explica que mi actividad como poeta está expresamente relacionada con mis cotidianos hábitos comunicativos. Así es, ya que ese ambiente onírico al que alude, no exento de secretas ramificaciones -con ciertas dosis enigmáticas-, flota en mis versos y se construye a partir de las cosas sencillas o complicadas que mantengo con la vida que me rodea. Para mí, el verdadero poeta no se aísla ni se repliega en sus dolores individuales, sino que comparte los dolores de los demás. Es como si su dedo tocara la piel de otro ser humano y sus sensaciones entraran de lleno en el corazón. Creo que esa dimensión de solidaridad emocional de la poesía es lo que la hace más cercana y asequible a la gente sencilla.

Ahora bien, la poesía siempre se mueve entre diferentes niveles de interpretación. El neurolingüista ruso A. R. Luria, en su obra Conciencia y lenguaje, decía que el nivel de lectura en cada ser humano depende del grado de apertura de las puertas de su percepción. Por tanto, el poema nos habla de un modo personal según la dimensión de la lectura del texto en la que nos situemos, independientemente de la formación académica o la inteligencia de cada individuo. La interpretación de la poesía depende de la sensibilidad, de la frecuencia de onda que captan nuestros sentidos, es decir, de nuestra "agudeza emocional" que está estrechamente unida a la experiencia vital de cada ser humano. En palabras de Luria: "Así pues, tanto en las frases con sentido figurado como en los proverbios y en las fábulas, está presente un conflicto entre el texto abierto (o sistema de significados) y el subtexto interno o sentido. Para la comprensión de todas estas construcciones es imprescindible abstraerse del sistema inmediato de significados y separar el sentido que, en forma alegórica, se expresa en el sistema de significados externos desplegados".

Por consiguiente, la conexión entre esos sentidos externos e internos debe ser la clave del éxito de cualquier acto de comunicación complejo y profundo. Parece que por ahí puede encontrarse una salida del laberinto humano. De ahí que pretender entrar en el poema a través de análisis teóricos y sesudos, además de ser agotador, tiene pocas probabilidades de éxito. Por el contrario, dejar que los propios versos nos tarareen sus cadencias al oído puede producir en nosotros el mismo efecto que un masaje relajante que, automáticamente, hará caer las barreras defensivas que distancian al poeta del lector. Sentarse alrededor del fuego poético es un buen camino de aproximación al "yo" del "otro". Porque el significado "no lógico" del poema nos va adentrando por territorios intuitivos donde habita el ser humano y nos permite acercarnos con sigilo al pensamiento emocional que, en muchas ocasiones, desde un punto de vista racional, no podemos llegar a comprender.

El poema entra en una realidad vibratoria diferente a la pragmática, intenta captar el carácter sagrado del instante con una precisión fotográfica en el alma del individuo. Y si esa puerta se abre, entonces compartimos la misma dimensión y se establece un diálogo profundo entre nosotros. Todos hemos experimentado el choque que se produce cuando iniciamos un diálogo basado en conceptos; a menudo, suele levantarse ante nosotros una malla de prejuicios que encasilla nuestras mentes dentro de un sistema de compartimentos estancos donde apenas divisamos lo que otro dibuja desde su celda correspondiente. Ahora bien, el poema destruye esas barreras y nos deja en la arena de un patio donde jugamos a hacer trazos que, entre todos, adivinamos. La poesía es el territorio virgen de la espontaneidad y la imaginación. Allí todo el potencial del ser humano se despliega y lo más importante es dejarse llevar.

En definitiva, la poesía es una esperanza, una alternativa constructiva que nos brinda la oportunidad de cambiar las cosas. Hoy las ciudades crujen, se oxidan y morirán como enfermos terminales sin la ayuda de la poesía. Y yo estoy bien segura de que, desde ellas, algún día, nos llamarán a gritos hasta los equipos de ejecutivos, desesperados por recobrarse. Porque sin poesía, nunca más habría una voz que nos susurrara al oído y nos dijera qué es lo que realmente nos sucede.

Al describir las emociones, la poesía camina sobre la arena de las huellas humanas más allá de la apariencia y del ruido; entra en una playa donde nos hace conscientes de que vamos pisando tesoros invisibles, pequeños fragmentos de cristal, espirales y conchas, cenizas volcánicas que atraviesan nuestra vida, nuestro corazón. La poesía nos hará descubrir esa parte de roca insoluble que no puede destruir el embate de las olas y las mareas, permanece para siempre y no se dispersa en el tiempo.

Y a continuación, para terminar, Peio M. Aierbe nos leerá en euskera la traducción del poema “Maravilla” realizada por Ainara Lasa:

 
MARAVILLA


El aire inaugura el día con salitre mientras tú, buscador de verdad,

te deslizas sobre los rastros de la multitud.


La danza de la grulla preside la mañana y un gladiolo blanco

va musitando el misterio más allá de todo.

Una realidad preciosa, vibrante, se despierta de entre las sábanas

y salpica los párpados de la noche al ritmo de sus derviches.



LILURA



Aireak kresalarekin eman dio hasiera egunari, bitartean zu,

egiaren biltzaile, jendearen arrasto artera sartu zara

Kurriloaren dantza goizaren buru eta gladiolo zuria

gauza guztien gainetik misterioa xuxurlatuz.

Errealitatet eder bat, sutsua, esnatu da izara artean

eta gauaren betazalak zipriztindu ditu bere derbitxeen erritmoan.


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Ezkerrik azko

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Nota:



Entre el público de la Librería Elkar, se encontraba Spencer Reece, un gran poeta americano, merecedor de varios premios (the Bread Loaf Writers' Conference Bakeless Prize, "The Clerk's Tale" 2004; the Pushcart Prize, 2009; the Withing Writers' Award for Poetry, 2005; the Guggenheim Fellowship, ect.). Un hombre silencioso y amable que se acercó de puntillas para que le dedicara un ejemplar. A veces ocurren los milagros al dejar pasar el vértigo de los transeúntes...



Spencer Reece / Foto: Teresa Iturriaga Osa





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Wednesday, September 26, 2012

NO FRENES LA LENGUA DE LOS PÁJAROS, DE BEGOÑA LEONARDO, EN GROENKLANDIA


Groenlandia presenta:
 
No frenes la lengua de los pájaros, de Begoña Leonardo.
 
Prólogo de M J Romero.
 
Epílogo de Eva Márquez.
 
Arte de José Naveiras García y Felipe Zapico.
 
Lo puedes leer de manera gratuita en estos enlaces:
 
 

 
 
“En estos contrapuntos se halla la principal característica de la poética de Begoña Leonardo: el haber sabido aunar lo universal y lo particular, la mujer amazona como símbolo y la realidad de mujer niña y mujer amante. Esto no es ninguna nimiedad, pues si algo ha de tener un libro de poemas es una poética propia, original, y bien definida. Condiciones que se ven cumplidas sobradamente en este libro”.(Fragmento del prólogo de M. J Romero)
 
“Lo que más me asombra de esta poetisa es su capacidad para invadir tu intimidad como lector o lectora, aportando de sí misma todo y nada en el mismo puchero; es decir, Begoña sabe desgarrarte desde dentro más por lo que no cuenta que por lo que cuenta en sus poemas; su poesía está invadida de mensajes literarios fuertes, contundentes y nada condescendientes, elaborados con el tesón de la paciencia, con la lava ardiente que desprende su experiencia y con una desmedida distancia entre su yo primigenio y su yo poético” (fragmento del epílogo de Eva Márquez).

Thursday, September 13, 2012

RECITAL DE POESÍA



 
Actividades en septiembre en San Sebastián / Iraileko ekitaldiak Donostian

19 iraila, septiembre, 19.00 h




asteazkena, miércoles




GATA EN TRÁNSITO

POESIA ERREZITALDIA


Teresa Iturriaga Osak Gata en tránsito poesia liburua aurkeztuko du Mugak aldizkariko koordintzaile den Peio Aierbek lagunduta.


J.M. Caballero Bonald idazle eta poetak Iturriagari buruz idazten du: “Badirudi Iturriagak besteekin hitz egiteko duen behar berberagatik idazten duela poesia. (…) Iturriagak eguneroko bat balitz bezela idatzi du Gata en tránsito, eta bertan bere irakurle –edo entzuleak- inguruko bizitzarekin mantentzen duen erlazioaz informatzen ditu. Bertatik iragazten dira idazlearen gizatasuna eta literatura agerian uzten duten konfidentzia eta gogoetak. Eta horrek agerian jartzen du bere idazkeran ñabardura hunkigarriz ikututako heziketa eta bokazio bezela ezagutzen dugunarekin lotura estua duen sentiberatasuna.

Teresa Iturriaga Palma de Mallorcan jaio zen eta 1985etik Gran Canarian bizi da. Besteak beste, kontakizun eta poema ugari argitaratu ditu, eta 2008an bi sari jaso zituen bere poesia lanengatik: El verso digital III. Nazioarteko Poesia Lehiaketa eta Encuentro por la paz III. Poesia Lehiaketa irabazi zituen.



ELKAR Donostia




C/ Fermin Calbeton 21, 19.00 h.




GATA EN TRÁNSITO

RECITAL DE POESÍA


Teresa Iturriaga Osa presenta el libro de poesía Gata en tránsito acompañada por el coordinador de la revista Mugak, Peio Aierbe.


El escritor y poeta J.M. Caballero Bonald dice de Iturriaga que “escribe poesía por lo mismo que necesita hablar con los demás. (…) Teresa Iturriaga ha ido elaborando Gata en tránsito como si realmente se tratara de un diario en el que fuera informando a sus lectores –o a sus oyentes- de las relaciones que mantiene con la vida que la rodea. Por ahí se filtra efectivamente una serie de confidencias y reflexiones que van poniendo de manifiesto la personalidad humana y literaria de la autora. Y por ahí se estabiliza un concepto general del acto de escribir que remite a la vez a una educación de delicados matices emotivos y a una sensibilidad de muy fervientes conexiones con lo que se entiende por vocación.”


Teresa Iturriaga nació en Palma de Mallorca y desde 1985 reside en Gran Canaria. Entre otros, ha publicado varios relatos y poemas, y en 2008 obtuvo dos premios por sus trabajos: ganó el III Certamen Internacional de Poesía El verso digital y III Certamen de poesía Encuentros por la paz.

Tuesday, September 4, 2012

POESÍA








La poeta Teresa Iturriaga Osa presentará "Gata en tránsito" en Donostia


Septiembre / Próxima presentación en Donostia-San Sebastián



Editorial Alhulia, Colección Palabras Mayores, Granada, 2011.



Ya está en las Librerías:


Metrópolis / Elkar / Lagun/ Preste Juan / Idatz / Hontza






MARAVILLA




El aire inaugura el día con salitre mientras tú, buscador de verdad,

te deslizas sobre los rastros de la multitud.


La danza de la grulla preside la mañana y un gladiolo

blanco va musitando el misterio más allá de todo.


Una realidad preciosa, vibrante, se despierta de entre las sábanas

y salpica los párpados de la noche al ritmo de sus derviches.


(Teresa Iturriaga Osa, Gata en tránsito, 2011)









LILURA



Aireak kresalarekin eman dio hasiera egunari, bitartean zu,



egiaren biltzaile, jendearen arrasto artera sartu zara



Kurriloaren dantza goizaren buru eta gladiolo zuria



gauza guztien gainetik misterioa xuxurlatuz.



Errealitatet eder bat, sutsua, esnatu da izara artean



eta gauaren betazalak zipriztindu ditu bere derbitxeen erritmoan.


(Traducción al euskera de Ainara Lasa)






Monday, August 27, 2012

VISIONES POÉTICAS


Suite imaginaria de mujer

Teresa Iturriaga Osa


 

        Ante el amor siempre hay un silencio requerido por el miedo, y es la pérdida esa pena que a todos nos duele dentro, muy dentro, y no se sabe por dónde asoman las heridas, celosas, tristes, su vuelo de damas.


        Ayer noche sentí el roce de un ángel por mi pelo, su estela dibujó los trazos de lo que más se asemejaba a mi alma, y un pájaro cantó en ese instante de duda. Yo le mostré una partitura, era un octeto para instrumentos de viento con mil cambios de tiempo y ritmo que siempre llevo en mi bolsillo. La música sonó en concierto y el recinto se abrió. Doce voces solistas desplegaron con sus manos una alfombra de pétalos de agua. A lo lejos se escuchó el retumbar de las cenizas.


        Después del intermedio, una vela encendida se elevó de entre las ramas.

 


Foto "Verde entre cenizas", pEpA gLeZ.

Friday, August 24, 2012

VIOLA DI GRADO


¿Es Viola di Grado la nueva Amélie Nothomb?

Por Antonio J. Rodríguez




"No. Adoro a Amélie Nothomb pero no sigo ningún modelo literario", zanja vía mail Viola di Grado, la escritora siciliana de 23 años que acaba de publicar en España Setenta acrílico treinta lana (Alpha Decay). Pero lo cierto es que la salida de su libro en Italia ya hizo saltar las alarmas entre los medios literarios y de tendencias, que la vieron como la nueva dama de la literatura postadolescente. Y razones no faltaban. Como a la belga, Grado, ahora residente en Londres, admite su deuda con el orientalismo: "fundamentalmente me atrae el cine japonés, las estéticas tradicionales y el teatro. Y la filosofía china". Y como en la Biografía del hambre, la novela de Viola también toma como eje central el hambre y la anorexia, solo que en este caso la protagonista queda afectada por un extraño caso de "anorexia verbal".





Setenta acrílico treinta lana aborda el periplo de Camelia, que reside junto a un cementerio abandonado de Leeds, ciudad de "palacios victorianos y night-clubs ruidosos". Con la muerte de su padre y el descubrimiento de su amante, la comunicación entre Camelia y su madre se rompe, de manera que ahora solo hablan a través de miradas. "Como aseguró el filósofo chino Zhuangzi, el lenguaje solo habla de nosotros, no puede hablar acerca del mundo. Para hablar sobre el mundo, uno tiene que olvidar el lenguaje, y esa era mi misión como escritora, utilizar el lenguaje sin caer en las trampas de los convencionalismos", explica. "Aunque buscan salvarse a través del lenguaje, lo único que los personajes encuentran es la soledad."
Efectivamente no puede decirse que Camelia brille por sus habilidades sociales. Igual ocurre con Wen, quien impartirá a Camelia lecciones de chino y con la cual protagonizará una relación. En Setenta acrílico treinta lana, sus personajes nerds no celebran fiestas, adolecen de problemas para comunicarse, se integran en familias casi disfuncionales y se empeñan en trabajos alimenticios (Camelia, de hecho, se dedica a traducir manuales de lavadoras del italiano al inglés). Algo de esto recuerda al sonado Richard Yates del también veinteañero Tao Lin, celebrado este año como autor de la Generación iPhone. Con la importante salvedad, eso sí, de que Grado resiste en el mundo analógico.
A diferencia de la mayoría de autores de su generación, la italiana jamás ha tenido un blog: "guardo un diario en donde creo que está lo mejor que he escrito, pero nunca lo muestro. Odio Internet. El hecho de estar siempre disponible me aterra. Nunca tendré un iPhone. Me interesan más las señales de humo y las palomas mensajeras." Para la escritora italiana resulta imposible establecer modelos generacionales. "Camelia corta y disecciona sus prendas en lo que ella refiere como cirugía antiestética, a fin de rebelares contra la posibilidad de compartir ningún tipo de identidad, ya hablemos de moda o algún ideal sobre la belleza."

Grado define su novela como «surrealismo hiperrealista», razón por la cual la ciudad de Leeds, vista por Camelia como un escenario apocalíptico, es el personaje con quien mejor relación guarda la autora. "Leeds es el único personaje que nunca busca ningún compromiso: cada invierno quiere ser el último. El tiempo está congelado en un diciembre interminable en el cual Camelia vomita cada palabra que pronuncia. A lo largo de todo el libro combate contra la tristeza de su vida, aunque al final regresa a las profundidades del invierno". O como expresa la protagonista, "Leeds era el lunar purulento de un cuerpo inmenso y deslumbrante que me avergonzaba no haber descubierto antes."
Fan declarada de Virginia Woolf, Peter Greenaway o Björk, Grado dice estar escribiendo una segunda novela que "vuela, habla y come carne humana". Para cuando ponga el punto final, "abandonaré Londres y me marcharé a Islandia. Deseo pasar sola una buena temporada."