Orbe de
hiedra ocre
Teresa Iturriaga Osa
Una conversación con olor a té
rojo
se funde a
trompicones
con el ruido de la tarde.
La gran ciudad
emana
rostros asiáticos,
amarilla
espesura de
vidas transeúntes
ahorrando céntimos y
afectos.
Mi tónica amarga y sin
hielo
exprime el limón verde de la
medianoche,
sonríe el beso atado
al cuello,
la nuca donde se posan las libélulas,
torres
fantasía de crestas con frutas,
multicolor aullido de picos
abiertos.
La hiedra ocre del pórtico tiñe de
hojas,
flores,
lirios, insectos,
lava y despeina las cabezas de los
hombres.
Cronopios, hijos de grillos y famas
en calabaza
corroen su
bronce, destilan
caridad
al dejarse mimar por la
piedra,
y preguntan a la luz
por la llave del pozo.
Un orbe áurico repta los muros sin
tregua ni espera
Oh, tú, el Más allá de
todo...
¿Cómo llamarte con
otro nombre?
(8/11/2014 - Frente a La Sagrada Familia de Gaudí /
Puerta de la Caridad, escultor Etsuro Sotoo)