Wednesday, March 18, 2020

  A la Playa de las Canteras, 
patio de todas las culturas.

Y la playa descendió
sobre el esqueleto de nuestras almas.


          [Nadie estaba allí para escuchar 
           la angustia, jaca negra
           que no suelta su presa
           aunque en ello pierda la pinza]


          Recuerdo que portabas en tus brazos una toalla.
Era febrero o abril, era primavera en el paseo,
era el celo de los amantes.

          Recuerdo el salitre que tragué al besarte,
tu gesto al subirte a las rocas para abrigarme los sueños. 
Tenías un tridente, un cubo, una pala,
arena, mucha arena, 
unas gafas, anzuelos, redes, cebo.
Me llevaste contigo hasta otras playas,
otros brazos, otro tiempo...
a las cuevas de las niñas.

          Recuerdo que la playa traía aquella tarde
su cabeza envuelta en una bruma de colores
encarnados, magenta, púrpura,
sudaba los dolores de sus orillas,
viejos reumas, artrosis de gentes y lágrimas,
los estíos más duros,
las huellas de los adioses.

           Recuerdo la paciencia del salitre
que disolvía todos los llantos.

Teresa Iturriaga Osa

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