Monday, January 18, 2021

 

APÁGAME ESE BOLERO

 

Suena la música

y se gobierna el mundo solo,

caen los imperios,

            se deshacen

los ovillos de seda

sin hervor de cicatrices...

Al ritmo de un bolero,

            las heridas se cierran solas

en un albedo

que anestesia...

           Asciende una quilla

desde las capitales del sueño.

 

                    ... hace falta

que te diga

que me muero

por tener

algo contigo...

 

Entonces,

               hazme el favor:

no digas

otra vez lo mismo.

                 Entonces:

atrévete a ser sincero.

Que todo en adelante

sea

palpable, real,

               sin velero ni esfera.

Di tu verdad tranquila

 y consigue el equilibrio.

 

Y ya se acabarían

los entuertos en mi vida,

puntos suspensivos

                       tan oscuros

como la tristeza con nudillos

que ahora toca,

profunda

como un páramo de infamias

donde tu urna

                  está vacía

y las rosas se queman

a su libre chasquido.

 

... hace falta

que te diga

que me muero

por tener

algo contigo...

  

Y hasta el día de mi muerte

juro que yo

te recordaría,

tus gestos, ese timbre…

                                 Sabría

en mi música callada

que no me inventé yo sola

el-te-quiero

que partió de tus ojos

                            para buscarme

entre mis brumas

de niña asustadiza.

 

... hace falta

que te diga

que me muero

por tener

algo contigo...

  

Y ya no temería no encontrar

                 los anillos

                       ni los broches del lino,

porque cada página

de mis versos

llevaría siempre

el olor de tu perfume salitrero.

Y cuando me vieras pasar

colgada de otro brazo, no volverías

                                     a equivocarte,

no sería para ti la bastarda

hija del gran miedo.

 

... hace falta

que te diga

que me muero

por tener

algo contigo...

   

Y mientras alguien

me cantara a la piel,

                    créeme,

juro que yo te recordaría,

con el placer

vestido de silencio, 

foso del que nadie

                     nunca se atrevió a sacarme,

a manos del horrible verdugo

de los erizos calientes, ese tullido

que nos habita las mentes

desde que nacimos.

 

Que nos envidia

y que nos impide,

el que nos sacó juntos

                          y a patadas,

con una carta fatídica,

del solar de nuestra futura casa.

 

                                             ... algo contigo...

algo contigo...

 

  Teresa Iturriaga Osa

 

 

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