NESKA EN JARRAS
Tenían las
rodillas verdes de caerse en ese charco. Bendito kalimotxo. Y aunque las luces se apagaran locas al girar su cabeza
y perdieran hasta la proa por la ría, hacían un dúo de sonrisas sin esquinas,
como zurdos del cerebro.
- ¿A que no hay huevos? -decía ella.
- ¿Qué no?, ya verás, estos se van a enterar -él le seguía
muy bien el juego.
Besarse en el cuello era el comienzo. Bilbao Aste Nagusia era el ambiente de alegría perfecto para ellos,
un carnaval mejor que el de Río de Janeiro. De txosna en txosna, de
portal en portal, uno a uno, sellaban los potes con fuego. Se divertían tanto
amándose enteros, sin mirar el qué dirán, a pesar de los insultos de la gente…
Pura envidia. La torpeza más grande se reducía a migas con sopas cuando les
echaban a patadas por comerse la boca. Y así todas las fiestas. ¡Vaya pareja!
Ciudad-pecado: un chico y una chica ardiendo en jarras.
Maravilloso escándalo de tarde, los dos subidos a lomos de un gigante, sobre la
barra de un bar, en la calle mojada, bajo la eternidad del Arriaga.
Teresa Iturriaga
Osa
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