Dos esquinas al Sur
(a María, capitana del Bernard)
Por fin diviso tierra. El huracán rompió las velas del catamarán, un rayo explotó los circuitos eléctricos y me dejó incomunicada. No tengo conciencia de mi posición en el hemisferio Sur. Sin combustible, a la deriva, sobrevivo con jareas, verduras deshidratadas y almendras rancias. Hurgo la basura para hacer sopa con restos de carnada y el agua de lluvia que recojo en baldes. Me miro al espejo, me palpo la ropa, todo resbala… El aura me huele a salitre. El vello se ha transformado en escamas. Me observan dos gaviotas en cubierta. Una voz por fuera de mí pregunta: ¿quién eres? Ningún ser humano es testigo.
Teresa Iturriaga Osa
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