65° Festival Puccini
Un abanico de hojas
verdes muestra su envés a las nubes.
Ellas saludan al
pino, solemne entre un viejo olmo y un ciprés, tenor, bajo y barítono de una
ópera callada a la sombra de los tilos. La acacia modula il vibrato de la luz, mezzosoprano en esta plaza pisana tan amable
con los pájaros. Canta su gran aria un coro de cigarras, irrumpe el calor en el
teatro del silencio... Se gesta una protesta contra el desorden.
Un nuevo reino
viene a ocupar la tarde al tiempo que huyen los súbditos del Príncipe de las
moscas.
La sinfonía cae
sobre el lienzo. Impresionismo francés en vestido vegetal. Hiedras trepadoras
crecen al ritmo de Tosca, Madame
Butterfly, La Bohème. Los rostros de los girasoles se alinean en danza con
las voces. Fibonacci dibuja desde un nautilus
los neumas de una antífona, libre de caos y distracción. Vuela la mariposa, su
aleteo reconcilia las aristas entre galaxias sucesivas, giran en espiral sin
disimular su enfado de palomas.
De sobra saben el
valor de unas migas con moho en un hogar inmune al ocaso.
La noche áurea
sopla las velas del misterio.
Su nombre se hace
instante. Shantidas sotto le stelle.
Y me susurra al
oído:
mantente erguida y
sonríe.
Paix, Force et Joie.
Teresa Iturriaga Osa
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