Saturday, March 10, 2012

COLECCIÓN DE RELATOS DE CANARIAS Y MARRUECOS


¡TENGO MIEDO DE…!


 Latifa Lbsir (escritora marroquí)








Mi vecina cierra de golpe su puerta en mi cara… conozco esas pequeñas guerras que detrás esconden unas llamas interminables, pero no puedo combatirlas ni quererlas… me apropio de sus ojos carmesí de un calor loco y entro en casa para lavar mi cuerpo flojo con agua muy caliente… me acuerdo de cuando la vi por primera vez y la madurez de su cuerpo me dejó soñar toda la noche, me desperté con las piernas cansadas, como si estuviera a mi lado, pero no puedo dejar que entre en mi casa, a pesar de sus labios rojos y de su correr loco como una potra desbocada, quiero verla de lejos, que se quede allí con las bellas agitaciones que, con frecuencia, provoca sólo para despertar mi virilidad perdida… las pocas veces que nos hemos visto, he sabido que se parece a mí… las canciones que nos hicieron crecer, el ruido, las voces de los amantes poetas y las antiguas cintas gastadas que escondimos como mercancía de contrabando, todo la hace cercana a mi cuerpo y a aquellos sueños en los que yo me dormía acunando mis dedos hasta la mañana… pero no puedo acercarme al agua, mis pies se doblan y mis extremidades se enfrían; ella, en la flor de su juventud, es un fuego que me quema, que mantengo y que expreso sólo a mi cama... hablo con mis almohadas coloradas y las empujo a despertarse para saludarla en su ausencia inflamable, pero no me acerco… La dueña de la casa me dirige miradas ambiguas, engañosas, sé lo que esconden esas miradas confusas, son como una afrenta, pero un día tocó a mi puerta con violencia, y oí su otra voz por primera vez:

-Señor, desde que alquilaste nuestra casa, hemos dicho que eres un profesor de universidad… que sabes leer… y que vas a dejarnos en paz… y tú, cada día, traes una chica diferente…

-Soy libre de hacer lo que quiera, señora.

-No, no eres libre…

-Sé que quieres que me case con tu hija…

-Que salgas de mi casa, por favor…

-Dame cinco millones y salgo…

Mi vecina aparece en la puerta para bloquearme en mi situación de hipócrita… cierro de golpe la puerta y me relajo en el interior… oigo sus murmullos sobre las chicas soñadoras que llenan mi casa la mayor parte del tiempo... y yo me hago el sordo, no quiero oír…






Hace algunos meses, me visitó mi madre. Lleva todavía, y a pesar de la civilización de la ciudad de Casablanca, su djellaba del Atlas, alardeando de su pertenencia a esas tierras. Me escondo cada vez que me sorprende con uno de mis amigos. Me reprochaba que no la visitara en su casa, para que toda la gente viese que su hijo se había vuelto un profesor de universidad. Luego, va relatando su largo cuento y oigo un toque de tambores incesante en un tiempo pasado dentro de nuestra casa o nuestra choza… voces... voces… voces… mujeres… mujeres… hombres… hombres… hombres… hombres… y cosas… me siento asustado. Por la noche, un hombre se echó sobre mí y arrancó mi pene de su lugar carcajeándose, dejando ver unos dientes terribles, me desperté alarmado y grité… mi madre estaba allí, se puso a acunar su antiguo incensario mientras pronunciaba equilibradamente unas palabras y yo me fui calmando de una manera muy lenta… No sé por qué no puedo dirigir la vista a la cara de mi madre, bajo un poco la cabeza para no toparme con sus ojos, sé que ha cambiado y que su cara se ha arrugado mucho, pero temo dirigir la vista hacia su cara, me siento muy confuso… le grito y ella tira los platos y los utensilios de cocina y estalla una guerra, escucho la voz de mi vecina burlándose de nosotros y tocando a la puerta de mi casa con violencia, la insulto y la maldigo deseando que…

Mi madre se retira a un rincón de la casa, la miro a hurtadillas, se ha hecho anciana y me necesita, me siento culpable y cojo sus manos, pero no puedo besarla, la miro, se da cuenta de que intento una tregua y se dirige a su cama… me retiro a escribir sobre la reforma de la universidad... tengo que preparar un proyecto que deje a todos mis colegas celosos, que el odio brote de sus ojos hacia mí…

Busco a mi madre, la encuentro dormida, se ha vuelto verdaderamente anciana, la miro y no puedo borrar las imágenes, el fallecimiento de mi padre fue un drama para los dos, la familia nos echó y yo me pegué a las alas de mi madre para protegerme de la crueldad, y, desde entonces, fui testigo de que muchos hombres entraban en nuestra choza inclinada sobre el monte... A menudo, yo tenía miedo de caer… y recuerdo que las mujeres se agrupaban de vez en cuando para bailar y embellecerse entre albórbolas de alegría a las que el monte devolvía su eco... y yo no sabía por qué los niños me miraban con desprecio y repulsión mientras yo me refugiaba en los brazos de mi madre llorando de dolor. En muchas ocasiones, cuando dormía, había voces, murmullos que me despertaban, me ahogaba el olor a incienso que no abandonaba nuestra choza, y, a veces, miraba los cuerpos de los hombres desnudos... gritaba... y mi madre me contestaba tranquilamente:

-Duerme hijo… solamente les quito thqaf… no hace falta que mires…

Con el tiempo, empecé a buscar ese secreto y me di cuenta de que mi madre con su incensario era… pero ver sus cuerpos desnudos me daba náuseas…

Todavía hay muchas cosas que están presentes, pero no las puedo mirar con claridad, los hombres, sus cosas, thqaf, mi madre, las demás mujeres y las carcajadas extrañas que se repiten de manera interminable. Khadija se reía, aparecía con su diente dorado mientras apretaba mi cosa, la miré, por eso me pidió que no dijera nada a mi madre, le pregunté: ¿me estás quitando thqaf?, Khadija respondió riéndose: sí… hijo mío…




No puedo mirar los papeles, sobre mi hombro está la reforma de la enseñanza, siento una gran indignación, desearía que no viniera mi madre ahora, me lleno de pesadillas y no termino... Al menos, las mariposas llenarían mi casa mientras yo les lleno la cabeza con los discursos que aprendí, las mariposas me creen, caras pequeñas, soñadoras que no entienden mucho…

Miro al lugar, mi madre ha desaparecido, tengo sentimientos contradictorios, yo quería preguntarle una y otra vez sobre los hombres que… pero no podía. Doy vueltas en mi cama, la voz de mi vecina canta en el pasillo, su canción habitual:



El agua corre frente a mí…


Clara como el cristal…


Y yo me paso los días sedienta, quemada por el fuego…


Quemada por el fuego y sedienta, quemada por el fuego…




Tarareo con ella, desearía que ella estuviera aquí, que fuera el ama de casa, pero me siento atado… mañana seguiré a mi madre, debe quitarme, con su antiguo incensario, ¡este secreto!


___



[Nota de las Traductoras:
djellaba - chilaba
thqaf - magia sexual que se practica a los hombres]

Ilustraciones: Isabel Conde Ibarra


***

RELATO DE LA ANTOLOGÍA
QUE SUENEN LAS OLAS
Colección de relatos escritos por mujeres de Canarias y Marruecos
Editado por LA OBRA SOCIAL DE LA CAJA DE CANARIAS
Cofinanciado por AFRICAINFOMARKET
Primera edición: junio de 2007 Las Palmas de Gran Canaria
Traducción y adaptación de los textos árabes al español:
Leila Chafai y Teresa Iturriaga Osa

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